El increíble viaje de Pulposa Mejilla


Había una vez un lobo llamado Pulposa Mejilla que vivía en el bosque. A diferencia de los demás lobos, Pulposa Mejilla tenía unas mejillas muy grandes y suaves que todos adoraban acariciar.

Era tan famoso por sus mejillas que incluso la mamá abuela del bosque había oído hablar de él. Un día, mientras Pulposa Mejilla caminaba por el bosque, se encontró con una pequeña ardillita llamada Rosita.

Rosita estaba muy triste porque había perdido su nuez favorita y no sabía cómo encontrarla. Pulposa Mejilla se acercó a Rosita y le preguntó: "¿Qué te pasa, amiguita? Pareces estar muy triste". Rosita respondió entre sollozos: "He perdido mi nuez favorita y no sé qué hacer para encontrarla".

Pulposa Mejilla sonrió amablemente y dijo: "No te preocupes, Rosita. Yo puedo ayudarte a buscar tu nuez". Así comenzaron juntos la búsqueda de la nuez perdida. Recorrieron todo el bosque, buscando en cada rincón sin éxito alguno.

Pero no se dieron por vencidos. En su camino, conocieron a un conejito llamado Benito. Benito también quería ayudar a encontrar la nuez de Rosita y se unió a ellos en su misión.

Los tres amigos continuaron explorando el bosque hasta que llegaron al río. Allí encontraron a una tortuguita llamada Carmela llorando desconsoladamente.

Pulposa Mejilla se acercó a ella y le preguntó: "¿Por qué estás tan triste, Carmela?"Carmela respondió entre sollozos: "Mi caparazón se ha roto y no puedo nadar. Ahora estoy atrapada en este río". Los tres amigos sabían que tenían que ayudar a Carmela. Pulposa Mejilla tuvo una idea brillante.

Usando sus grandes mejillas como flotadores, les permitió a Rosita y Benito subirse encima de ellas mientras nadaban hasta la orilla. Una vez en tierra firme, los cuatro amigos continuaron su búsqueda de la nuez perdida. Pero esta vez, algo inesperado sucedió.

Mientras buscaban entre las hojas caídas, encontraron un rastro de migas de pan. Siguiendo el rastro, llegaron a una pequeña cabaña donde vivía un anciano llamado Don Gregorio. Don Gregorio era muy amable y les ofreció ayuda para encontrar la nuez perdida.

Juntos buscaron por todo el jardín y finalmente encontraron la nuez debajo de un árbol frondoso. Rosita estaba tan feliz que dio saltos de alegría. Don Gregorio felicitó al grupo por su perseverancia y trabajo en equipo.

Les dijo: "Nunca hubieran encontrado la nuez si no hubiesen trabajado juntos". Pulposa Mejilla sonrió orgulloso y dijo: "La amistad es lo más importante. Cuando nos apoyamos mutuamente, podemos superar cualquier obstáculo".

Desde ese día, Pulposa Mejilla, Rosita, Benito y Carmela se convirtieron en los mejores amigos del bosque. Juntos aprendieron que con amor, solidaridad y trabajo en equipo podían resolver cualquier problema. Y así, con sus grandes mejillas y su amistad sincera, Pulposa Mejilla y sus amigos vivieron felices para siempre en el bosque.

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