El indio generoso
Había una vez, en un pequeño pueblo de la Argentina, un indio llamado Cantuña. Era conocido por todos como el hombre más pobre del lugar, pero también era muy sabio y generoso.
A pesar de sus dificultades económicas, siempre trataba de ayudar a los demás con lo poco que tenía. Un día, mientras Cantuña caminaba por el bosque en busca de leña para calentar su humilde hogar, se encontró con una figura misteriosa vestida completamente de negro.
Era el diablo disfrazado y había estado observando a Cantuña durante mucho tiempo. "Hola Cantuña", dijo el diablo con una sonrisa maliciosa en su rostro. "He oído hablar de tu generosidad y tengo una propuesta para ti".
Cantuña miró al diablo con desconfianza pero decidió escucharlo. "Si haces un pacto conmigo", continuó el diablo, "te daré todo lo que deseas: riquezas infinitas y poder ilimitado". Cantuña reflexionó por un momento.
Sabía que esas promesas eran tentadoras, pero también sabía que no podían traer verdadera felicidad. "No necesito riquezas ni poder", respondió Cantuña con firmeza. "Soy feliz siendo pobre porque puedo ayudar a los demás".
El diablo se enfureció ante la negativa de Cantuña y trató de persuadirlo ofreciéndole cosas aún más tentadoras: fama mundial, belleza eterna e incluso juventud sin fin. Pero Cantuña permaneció firme en su decisión y rechazó todas las ofertas. "No me importa tener fama, belleza o juventud eterna", dijo Cantuña.
"Lo único que quiero es poder seguir ayudando a los demás y encontrar la verdadera felicidad en el camino". El diablo, furioso por ser desafiado, intentó asustar a Cantuña con amenazas y trucos malvados.
Pero Cantuña se mantuvo valiente y recordó que siempre hay una manera de superar los obstáculos. Entonces, el indio pobre llamado Cantuña tuvo una idea brillante. Recordó que en su pueblo había un viejo árbol mágico conocido por conceder deseos a aquellos que lo merecían.
Corrió hacia el árbol y le pidió ayuda para vencer al diablo. El árbol escuchó su súplica y envió una ráfaga de luz dorada que envolvió a Cantuña.
Cuando el diablo vio esa luz brillante, comprendió que no tenía ninguna oportunidad contra la fuerza del bien representada por Cantuña. Aterrorizado, el diablo huyó del pueblo prometiendo nunca más molestar a nadie allí. Cantuña regresó al pueblo como un héroe y todos celebraron su valentía y generosidad.
Aunque seguía siendo pobre en términos materiales, era rico en amor y gratitud de las personas a las que había ayudado durante tantos años. Desde ese día, Cantuña se convirtió en un ejemplo para todos los niños del lugar.
Les enseñaba sobre la importancia de ser generosos y cómo encontrar la verdadera felicidad en las cosas simples de la vida.
Y así, el indio pobre llamado Cantuña demostró que la verdadera riqueza no se encuentra en los bienes materiales, sino en el amor y la generosidad hacia los demás.
FIN.