El ingeniero que venció la pereza y la altivez



En un pequeño pueblo llamado Ingeniopueblo, vivía un ingeniero muy inteligente y talentoso llamado Renato. Renato siempre estaba lleno de energía y le encantaba trabajar en sus inventos, pero un día, la pereza y la altivez llegaron a su vida. La pereza le susurraba al oído que descansara un poco más, mientras que la altivez le decía que era demasiado talentoso para trabajar en proyectos simples.

Un día, el alcalde del pueblo le pidió a Renato que construyera un puente que uniera dos partes del pueblo, pero en lugar de aceptar el desafío, Renato respondió altivamente: -No es un proyecto lo suficientemente interesante para un ingeniero de mi nivel. Además, estoy tan cansado últimamente que prefiero descansar en lugar de trabajar en algo tan común.

El alcalde, decepcionado, le sugirió a Renato que fuera a ver a la sabia Marina, una anciana del pueblo que siempre tenía consejos sabios para dar. Renato, con cierto escepticismo, decidió visitar a Marina. Al llegar a su humilde hogar, encontró a Marina tejiendo en su mecedora. -¿Qué te trae por aquí, joven Renato? -preguntó Marina con una sonrisa.

Renato le contó sobre su falta de motivación y su actitud altiva, y Marina escuchó atentamente. Luego, le dijo: -Hijo, a veces la mayor sabiduría se encuentra en las tareas más simples. Y la pereza y la altivez son enemigas del progreso. Debes aprender a vencerlas para alcanzar tu verdadero potencial.

Las palabras de Marina resonaron en Renato, quien decidió tomar el consejo de la sabia anciana. Comenzó a trabajar en el puente con entusiasmo, superando su pereza con determinación y su altivez con humildad. Con el tiempo, el puente tomó forma y se convirtió en una maravilla de ingeniería que unió al pueblo de manera hermosa.

Al ver el resultado de su trabajo, Renato se dio cuenta de que ningún proyecto es demasiado común si se aborda con dedicación y humildad. A partir de ese día, Renato se convirtió en un ejemplo para los demás, inspirando a los jóvenes del pueblo a perseguir sus sueños con esfuerzo y humildad.

Y así, el ingeniero que venció la pereza y la altivez enseñó a todos que el verdadero valor no está en la grandiosidad de un proyecto, sino en el amor y la dedicación que ponemos en cada tarea que emprendemos.

FIN.

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