El intercambio de juguetes
Había una vez un niño llamado Tomás que tenía muchos juguetes, pero no le gustaba compartirlos con los demás niños. Siempre prefería jugar solo en su habitación y no dejaba que nadie tocara sus cosas.
Un día, mientras estaba en el parque, vio a otros niños compartiendo sus juguetes y divirtiéndose juntos. Se sintió un poco triste porque él nunca había experimentado esa sensación de camaradería y amistad. Fue entonces cuando decidió darle una oportunidad al compartir.
Le prestó uno de sus juguetes a otro niño del parque y para su sorpresa, el niño se lo devolvió con una sonrisa y le ofreció uno de los suyos para jugar juntos.
Tomás se dio cuenta de que compartir era mucho más divertido que jugar solo. Empezó a prestar más juguetes y pronto se hizo amigo de todos los niños del parque. Sin embargo, un día llegó un nuevo niño al parque llamado Lucas.
A diferencia de los demás niños, Lucas no quería prestar nada y siempre estaba muy celoso si alguien tocaba sus cosas.
Tomás intentó ser amable con él e incluso le ofreció algunos de sus propios juguetes para jugar juntos, pero Lucas siempre rechazaba la oferta.
Un día, mientras Tomás observaba cómo Lucas seguía negándose a compartir con los demás niños, pensó en algo ingenioso: decidió organizar un intercambio de juguetes donde cada niño tendría la oportunidad de prestar algo propio a otro compañero durante unos días antes de recuperarlo. Al principio fue difícil convencer a Lucas para participar en el intercambio, pero finalmente aceptó.
Y para su sorpresa, descubrió que prestar sus juguetes no solo era divertido, sino que también le permitió conocer a otros niños y hacer nuevos amigos. Desde ese día en adelante, Lucas aprendió la importancia de compartir y nunca más volvió a ser tan celoso con sus cosas.
Tomás se convirtió en un héroe del parque por haber enseñado una valiosa lección sobre la amistad y el compañerismo. Y así es como Tomás descubrió que si prestaba sus juguetes los demás también les prestaban los suyos y podían jugar juntos.