El invernadero de las bananas



Había una vez una señora llamada Doña Rosa, quien era dueña de una hermosa finca en el campo. En su finca había un amplio terreno donde cultivaba diversos alimentos para abastecer su hogar y también vender en el mercado.

Un día soleado, mientras Doña Rosa recorría su finca, notó con tristeza que todos los plátanos que había plantado habían desaparecido misteriosamente. No podía entender cómo algo así había ocurrido.

Preocupada por la situación, decidió llamar a su fiel empleado Juanito para contarle lo sucedido y pedirle ayuda. Juanito era un joven muy trabajador, siempre dispuesto a colaborar con Doña Rosa en todo lo que necesitara.

"Juanito, ¡tenemos un gran problema! Todos nuestros plátanos han desaparecido", exclamó preocupada Doña Rosa. "Tranquila, Doña Rosa. Juntos encontraremos una solución", respondió confiado Juanito. Decidieron investigar qué pudo haber pasado y comenzaron a buscar pistas por toda la finca.

Después de mucho buscar, encontraron unas huellas extrañas cerca del lugar donde estaban los plátanos. "¡Miremos hacia dónde nos llevan estas huellas!", sugirió Juanito emocionado. Ambos siguieron las huellas hasta llegar a un pequeño bosque al final de la finca.

Allí descubrieron a unos monitos traviesos disfrutando de los plátanos robados. Doña Rosa se sintió aliviada al encontrar al culpable del robo, pero no quería hacerles daño a esos simpáticos animalitos. "Juanito, tenemos que encontrar una forma de solucionar esto sin lastimar a los monitos", dijo Doña Rosa.

Juanito tuvo una idea brillante. Recordó que su abuelo le había enseñado cómo construir un invernadero para proteger las plantas de las inclemencias del clima y también de los animales.

"Doña Rosa, podemos construir un invernadero donde podamos cultivar nuestros plátanos y así evitar que los monitos se los coman", propuso Juanito emocionado. "¡Es una excelente idea, Juanito! Vamos a necesitar materiales y trabajar duro, pero estoy segura de que valdrá la pena", respondió entusiasmada Doña Rosa.

Durante varios días, Doña Rosa y Juanito trabajaron arduamente construyendo el invernadero. Colocaron mallas protectoras en todas las ventanas y puertas para evitar que los monitos puedan acceder al interior. Finalmente, el invernadero estuvo listo.

Doña Rosa y Juanito plantaron nuevos plátanos dentro de él, asegurándose de regarlos adecuadamente y cuidarlos con mucho amor. Poco a poco, los plátanos comenzaron a crecer fuertes y saludables dentro del invernadero.

Los monitos intentaban acercarse al principio, pero rápidamente se dieron cuenta de que no podrían ingresar. Entonces decidieron buscar frutas silvestres en otros lugares. Doña Rosa se sentía feliz al ver cómo sus plátanos crecían protegidos en el invernadero gracias al ingenio de Juanito.

"Gracias por tu ayuda y por encontrar una solución pacífica para nuestro problema con los monitos", expresó Doña Rosa con gratitud. "No hay de qué, Doña Rosa. Siempre estaré aquí para ayudarla", respondió Juanito sonriendo.

Desde aquel día, la finca de Doña Rosa se convirtió en un ejemplo de cómo resolver los problemas sin dañar a los demás. Los plátanos crecían felices y abundantes dentro del invernadero, mientras que los monitos encontraron nuevas frutas silvestres para disfrutar.

Y así, con trabajo en equipo y creatividad, Doña Rosa y Juanito demostraron que siempre hay soluciones pacíficas para resolver cualquier situación complicada.

FIN.

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