El invierno de Lola en Villa Hormiguita



Había una vez en el bosque de Villa Hormiguita, una hormiga muy especial llamada Lola. A diferencia de las demás hormigas que trabajaban duro recolectando comida para el invierno, a Lola le encantaba jugar y divertirse todo el día.

Un día, mientras las demás hormigas trabajaban sin descanso, Lola decidió ir a explorar un área del bosque que nunca antes había visitado.

Saltaba de hoja en hoja, cantaba con los pajaritos y se deslizaba por los tallos de las flores como si fueran toboganes. "¡Lola, ven a ayudarnos a recolectar comida para el invierno!" -le gritaban sus compañeras desde lejos. Pero ella simplemente reía y seguía jugando sin preocuparse por nada más.

Los días pasaron y el otoño llegó al bosque. Las hojas comenzaron a caer y el viento soplaba frío advirtiendo la llegada del invierno. Las otras hormigas habían llenado sus depósitos de comida hasta arriba, pero Lola no tenía nada guardado.

Al darse cuenta de su error, corrió hacia donde estaban las demás hormigas con una mirada de preocupación en su rostro. "Chicas, ¿me ayudarían a conseguir comida? Me equivoqué al no prepararme para el invierno", les dijo Lola con tristeza.

Las otras hormigas la miraron con compasión y decidieron ayudarla. Juntas recorrieron el bosque en busca de semillas, frutos secos y miel que pudieran almacenar para sobrevivir durante la época invernal.

Día tras día trabajaron incansablemente hasta tener suficiente comida para todas. Fue entonces cuando entendieron la importancia de ser responsables y prever las necesidades futuras. Finalmente, llegó el invierno y gracias al esfuerzo conjunto lograron sobrevivir sin pasar hambre.

Desde ese día, Lola aprendió que aunque jugar era importante, también lo era cumplir con sus responsabilidades. Y así, entre risas y trabajo en equipo, las hormigas de Villa Hormiguita vivieron felices sabiendo que juntas podían superar cualquier desafío que se les presentara.

FIN.

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