El invierno mágico de Cami y Tomi
Era un lindo día de invierno en el pueblo de Villa Nieve. Cami y Tomi, dos hermanos inseparables, estaban muy emocionados porque, por fin, había caído la primera nevada de la temporada.
- ¡Mirá, Cami! ¡El mundo está cubierto de blanco! - exclamó Tomi con una sonrisa.
- ¡Sí, es hermoso! ¡Vamos a hacer un muñeco de nieve! - respondió Cami mientras corría hacia el jardín.
Los dos niños comenzaron a recoger nieve, apilándola en grandes bolas para formar al famoso muñeco. Mientras trabajaban, Cami se preguntó si era posible que el muñeco cobrara vida.
- Ojalá tuviese una nariz de zanahoria y ojos de piedras. - se dijo en voz alta.
De repente, Tomi, que había estado buscando la mejor zanahoria en la heladera, volvió corriendo.
- ¡Cami! ¡Encontré una zanahoria! ¡Y algunas piedras también! -
Ambos colocaron la zanahoria como nariz y las piedras como ojos, y cuando terminaron, se hicieron un cumplido al muñeco.
- ¡Sos el mejor muñeco de nieve del mundo! - gritaron juntos.
Para su sorpresa, el muñeco empezó a moverse.
- ¡Hola, amigos! Soy Nieve, el muñeco mágico. - dijo, moviendo sus brazos.
- ¿Un muñeco que habla? - preguntó Cami, fascinada.
- ¡Sí! Pero sólo puedo quedarme aquí durante el invierno. Si quieres, podemos vivir juntos muchas aventuras. - Nieve respondió, sonriendo.
Cami y Tomi no podían creerlo. Siguieron a Nieve a través del lago helado donde organizaron una competencia de patinaje, se deslizaron por las colinas en trineo y armaron un gran muñeco de nieves gigantesco con otros niños del barrio.
Cada día era una nueva aventura, pero una tarde, mientras jugaban, comenzó a llover. La lluvia derretía la nieve del suelo, y Cami y Tomi lo notaron de inmediato.
- ¡Nieve! ¡Debemos hacer algo! - gritó Tomi, preocupado.
- Si sigo aquí, desapareceré - dijo Nieve con una voz triste.
Cami reflexionó por un momento y luego dijo:
- Espera, Nieve. ¿Y si hacemos algo que haga que tu magia se quede con nosotros?
- ¿Cómo? - Nieve preguntó, lleno de esperanza.
- ¡Construyamos un castillo de nieve! - dijo Cami.
Y así, los hermanos y el muñeco empezaron a trabajar en un castillo grandísimo, con torres y un puente de nieve. Usaron ramas para decorar y piedras para embellecer. Mientras construían, la lluvia seguía cayendo, pero su entusiasmo no disminuyó.
Finalmente, al terminar, se preguntaron si lo que habían hecho podría ayudar.
- Es hermoso, pero, ¿de verdad esto podrá conservar tu magia? - preguntó Tomi.
- Tal vez... - dijo Nieve, mirando el castillo.
De pronto, notaron un destello brillante que provenía del castillo. La construcción de Nieve brilló intensamente y, en un abrir y cerrar de ojos, el cielo se despejó.
- ¡He funcionado! ¡Su magia permanecerá mientras todos en Villa Nieve vengan a jugar! - dijo Nieve, lleno de alegría.
Los tres se abrazaron, felices.
- ¡Vamos a invitar a todos a disfrutar del castillo! - animó Cami. Así que, al ver que la lluvia había cesado, los tres corrieron a invitar a todos los niños del vecindario a disfrutar del castillo mágico.
Desde entonces, el espíritu de Nieve vivió en cada niño que jugó en el castillo. Ella les enseñó cosas valiosas sobre la amistad, la creatividad y el trabajo en equipo. Así, Villa Nieve se convirtió en el lugar más divertido y mágico, donde cada invierno, la alegría nunca faltaba.
Y así, cada vez que caía nieve en Villa Nieve, el castillo recordaba la lección más importante: que la magia de la amistad puede superar cualquier tormenta.
Cami y Tomi aprendieron que, aunque las cosas buenas pueden desaparecer, los recuerdos y la felicidad que compartimos perduran en nuestros corazones.
FIN.