El jabón mágico de Martina


Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, una bella y graciosa moza llamada Martina. Martina era conocida por su amabilidad y alegría, pero también por ser muy despistada.

Un día soleado, mientras caminaba hacia el río con un gran cesto de ropa sucia en la cabeza, se encontró con su vecino Juan. "¡Hola, Martina! ¿A dónde te diriges con tanto peso sobre tu cabeza?" preguntó Juan sorprendido.

"¡Hola, Juan! Me dirijo al río para lavar la ropa. ¡Espero que no me olvide nada esta vez!" respondió Martina riendo. Martina llegó al río y comenzó a lavar la ropa con mucho entusiasmo.

Pero como siempre le pasaba, su mente distraída hacía que se olvidara de cosas importantes. Esta vez fue el jabón lo que se le escapó de las manos sin darse cuenta. "¡Ay no! ¡Me olvidé el jabón otra vez!" exclamó Martina decepcionada.

Justo en ese momento apareció una viejita misteriosa vestida de blanco que estaba sentada bajo un árbol cercano al río. La anciana tenía una sonrisa amable y arrugas marcadas en su rostro.

"No te preocupes, querida Martina", dijo la anciana mientras extendía su mano llena de burbujas brillantes. "Toma este jabón mágico hecho especialmente para personas como tú". Martina tomó el jabón mágico y lo frotó sobre la ropa sucia.

Para su sorpresa, las manchas desaparecieron rápidamente y las prendas quedaron más limpias y brillantes que nunca. "¡Increíble! ¡Este jabón es realmente mágico!" exclamó Martina emocionada. La viejita sonrió y le dijo: "Recuerda, Martina, la magia está en ti. Solo necesitas prestar atención a los detalles y tener confianza en ti misma".

Martina asintió con la cabeza, agradecida por el consejo de la anciana. Continuó lavando la ropa mientras cantaba alegremente. Pero entonces, un fuerte viento sopló y una ráfaga levantó todas las prendas recién lavadas llevándolas río abajo.

"¡Mis ropas!" gritó Martina angustiada y corrió tras ellas. Mientras perseguía su ropa, Martina tropezó con una piedra y cayó al agua. Desesperada, luchaba para mantenerse a flote cuando de repente sintió una mano fuerte agarrándola del brazo.

Era Juan quien había llegado justo a tiempo para rescatarla. "¡Estás bien, Martina?" preguntó Juan preocupado mientras ayudaba a salir del agua. Martina tosiendo agua respondió: "Sí gracias a ti, Juan".

Desde ese día, Martina aprendió que aunque era distraída, podía superar cualquier obstáculo si prestaba atención y contaba con el apoyo de sus seres queridos. Agradecida por esta lección de vida, decidió compartir su experiencia con todos los habitantes del pueblo.

Con el tiempo se convirtió en una gran líder comunitaria enseñando sobre la importancia de estar presentes en cada momento y valorar lo que tenemos.

Y así, Martina dejó de ser conocida solo por su belleza y gracia, sino también por su sabiduría y capacidad para inspirar a los demás. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

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