El jardín de Abril



En una escuela muy especial, donde cada niño era único y valorado por ser quien era, vivía una niña llamada Abril. Abril era curiosa, creativa y siempre estaba pensando en nuevas ideas para compartir con sus compañeros.

Un día, la maestra de Abril les propuso a todos los alumnos hacer un proyecto sobre la identidad personal. Cada uno debía pensar en qué los hacía únicos y especiales, y luego presentarlo frente a toda la clase.

Abril se emocionó con la idea y comenzó a reflexionar sobre lo que ella quería mostrar. Pasó días pensando y finalmente decidió que lo que más la representaba era su amor por las plantas y los animales.

Ella cuidaba con esmero su pequeño jardín en casa y siempre estaba investigando sobre cómo proteger a los seres vivos. El día de las presentaciones llegó, y Abril estaba nerviosa pero emocionada por compartir su proyecto.

Cuando le tocó el turno, se paró frente a sus compañeros con un cartel lleno de dibujos coloridos de flores, árboles y animales. "Hola a todos", comenzó Abril con voz temblorosa pero segura.

"Hoy quiero contarles sobre algo que me apasiona: cuidar de nuestro planeta y todas las criaturas que viven en él". Los ojos de sus compañeros brillaban mientras escuchaban atentamente las palabras de Abril. Hablaba con tanta pasión que era imposible no contagiarse.

"Creo que cada uno de nosotros tiene algo especial para ofrecer al mundo", continuó Abril. "Y mi misión es cuidar de la naturaleza para asegurarnos de que siga siendo hermosa para futuras generaciones". Al terminar su presentación, todos aplaudieron emocionados.

La maestra felicitó a Abril por su valentía al compartir algo tan importante para ella. Esa tarde, varios niños se acercaron a Abril para contarle lo inspirados que se sentían por su proyecto.

Incluso algunos le pidieron consejos sobre cómo empezar su propio jardín en casa. Desde ese día, Abril se convirtió en un ejemplo para todos en la escuela. Su valentía al mostrarse tal como era había dejado una huella imborrable en el corazón de sus compañeros.

Y así, entre risas y aprendizajes compartidos, Abril siguió creciendo feliz siendo fiel a sí misma y recordando siempre que lo más importante es aceptarse tal como uno es.

FIN.

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