El Jardín de Amistad
En un pequeño barrio lleno de color, había un niño llamado Lucas. Lucas era muy feliz, pero tenía un amigo especial, Tomás, con quien siempre jugaba. Un día, al salir a jugar, encontró a un grupo de niños en el parque. Todos estaban riendo y divirtiéndose juntos.
"¡Hola, Lucas! ¿Te querés unir a nosotros?" - gritó Valentina, una niña con coletas que organizaba un juego de escondidas.
Lucas sonrió, pero su mente solo podía pensar en Tomás.
"No, gracias. Estoy esperando a Tomás para jugar a nuestra cosa. Somos un gran equipo." - respondió.
Valentina se encogió de hombros y continuó su juego. Lucas se sentó en un banco, pensando en su amigo. Sin embargo, mientras observaba a los otros niños jugar, comenzó a sentir un leve cosquilleo de curiosidad. A lo lejos, vio a Valentina escabulléndose entre los árboles y a otros niños contándose secretos. De repente, ¡Tomás llegó!"¡Hola, Lucas! Me demoré, estuve jugando en la casa de mi abuelo. ¿Qué hacemos ahora?" - preguntó Tomás, radiante.
"¡Vamos a jugar a nuestro juego!" - propuso Lucas, pero su mirada se desvió hacia el grupo de niños que todavía se divertían.
Esa tarde, Lucas dudó. Sabía que solo jugaba con Tomás y no involucraba a otros.
"¿Te gustaría jugar con ellos?" - preguntó Lucas con timidez.
Tomás miró hacia el grupo.
"No sé, Lucas, a mí me gusta jugar con vos. Pero no está mal compartir a veces. ¿Por qué no nos acercamos?" - sugirió Tomás, con una sonrisa.
Ambos se acercaron al grupo de niños, que los miraron con curiosidad.
"¿Puedo jugar también?" - preguntó Tomás tímidamente.
Valentina sonrió y dijo:
"Por supuesto, ¡cuantos más, mejor! Vení, te enseñaremos a jugar a escondidas."
Lucas sintió un pequeño nerviosismo, pero decidió unirse. Al principio, no sabía las reglas y se sentía raro, pero mientras jugaba, se dio cuenta de lo divertido que era.
"¡Lucas, escondete detrás de ese árbol!" - gritó Valentina.
"¡A veces, hay que jugar en equipo!" - agregó otro niño.
Lucas se escondió y sintió una felicidad que no había experimentado antes. Cada vez que lo encontraban, se reía con todos, y por primera vez, se dio cuenta de que había muchas formas de jugar y divertirse, no solo con Tomás.
A medida que el sol comenzaba a ponerse, Lucas se sintió agotado pero feliz.
"¡Esto fue genial!" - dijo Lucas, mientras juntaban sus cosas.
"Sí, tenés razón, jugamos muy bien juntos. ¡Gracias, chicos!" - agregó Tomás.
Valentina se acercó.
"Nos gustó que vinieran. Siempre hay lugar para más amigos. Vení mañana, también jugamos con otros juegos."
Lucas miró a Tomás, y juntos asintieron.
"¡Claro! ¡Nos encantaría!" - contestó Lucas entusiasmado.
Así, en los días siguientes, Lucas y Tomás jugaron juntos con los nuevos amigos en el parque. Aprendieron que las risas compartidas y los diferentes juegos enriquecían su amistad. Al final de la semana, Lucas se dio cuenta de algo muy importante:
"Jugar con todos es mejor, porque se siente como un gran jardín de amistad, lleno de risas y sorpresas. ¡Nunca más solo!" - afirmó emocionado.
Desde entonces, Lucas y Tomás nunca olvidaron que jugar con todos sus amigos significaba tener un mundo más grande y divertido. E hicieron un pacto.
"¡Siempre invitaremos a otros a jugar con nosotros!" - dijeron a la vez.
Y así, el parque se convirtió en su lugar favorito, donde juntos aprendieron lo maravilloso que es compartir la diversión con más amigos.
Fin.
FIN.