El Jardín de Amistades de Julia
En una pequeña ciudad argentina, vivía Julia, una niña de diez años llena de sueños e imaginación, pero con un pequeño gran problema: no tenía amigos. Su familia la amaba. Tenía un hermanos mayor, Tomás, que siempre la hacía reír con sus ocurrencias, y unos padres que la apoyaban en todo. Sin embargo, cuando llegaba el momento de jugar en la escuela, Julia se sentía sola.
Un día en clase, la maestra, la señorita Ana, notó que Julia se veía triste y decidió intervenir. "Hoy vamos a hacer un proyecto en grupos. Quiero que se elijan entre ustedes y trabajen juntos en un jardín de papel" - dijo con una sonrisa amable.
Los otros niños empezaron a agruparse rápidamente, pero Julia se quedó en su lugar, con la cabeza agachada. "¿Por qué no me eligen? Soy buena haciendo manualidades" - se preguntaba sin poder entender por qué nunca la elegían. En ese momento, vio a Lía, una niña muy simpática, que se estaba acercando. "Julia, ¡ven! Vamos a hacer el proyecto juntas" - dijo Lía con entusiasmo. Julia no podía creer lo que estaba escuchando.
"¿En serio?" - preguntó, con los ojos brillantes de felicidad.
"Sí, claro. Después podemos compartir los crayons y hacer el jardín más lindo del mundo" - respondió Lía.
Julia nunca había pensado que alguien la quería incluir. Mientras trabajaban en el jardín de papel, charlaban sobre cosas que les gustaban: sus mascotas, sus dibujos, y un montón de temas divertidos.
Al finalizar la clase, la señorita Ana se acercó para ver el trabajo de las chicas. "Este árbol está muy colorido, y las flores son hermosas. Pero tengo una idea. ¿Qué les parece si lo presentamos al resto de la clase?" - dijo la maestra.
Julia sintió un pequeño cosquilleo en el estómago. La idea de compartir su trabajo la emocionaba, pero también le daba un poco de miedo. "No sé si puedo hacerlo" - murmuró.
"No te preocupes, yo te ayudaré" - dijo Lía, apoyando su mano sobre el hombro de Julia.
El día de la presentación fue un éxito. Ambas presentaron con alegría el jardín de papel, y cuando terminaron, recibieron aplausos de sus compañeros.
"¡Lo hiciste genial, Julia!" - le dijo Lía al terminar.
"Gracias. No lo hubiera hecho sin vos" - respondió Julia sonrojada.
Las cosas empezaron a cambiar para Julia. Comenzó a pasar más tiempo con Lía y a hacer nuevos amigos en el colegio. Se dio cuenta de que la amistad era como un jardín: se regaba cuidando y compartiendo momentos juntos.
Pasaron las semanas y Julia tenía cada vez más amigos. Un día, decidieron organizar un picnic en el parque. "Va a ser muy divertido. Todos traemos algo para compartir" - dijo Tomás.
"Yo puedo llevar galletas" - agregó Julia emocionada.
El día del picnic, Julia se sintió feliz al ver a todos sus amigos juntos. "¡Gracias por ser mis amigos!" - les dijo mientras compartían risas y juegos en el parque. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que ya no se sentía sola.
Incluso la señorita Ana se unió al picnic, trayendo historias y chistes para compartir. Julia sintió que su vida se había llenado de colores, como su jardín de papel.
Y así, cada día, Julia aprendía a cultivar su amistad, cuidando de ella con cariño y alegría. Nunca dejó de buscar nuevas maneras de conocer gente y hacer amigos, entendiendo que cada persona era como una nueva semilla dispuesta a florecer en su vida.
"Amistad es el mejor jardín que podés tener" - reflexionó un día Julia mientras jugaba en el parque. Con una gran sonrisa, se unió a sus amigos, lista para disfrutar de cada momento.
Desde aquel día, Julia nunca volvió a sentirse sola. Aprendió que con un pequeño gesto de inclusión, se puede transformar la tristeza en alegría, y que compartir momentos con los demás siempre trae felicidad.
FIN.