El jardín de colores


Había una vez en un hermoso jardín, una mariposa muy especial llamada Luna. Luna era diferente a las demás mariposas, ya que tenía miedo de los colores.

Mientras todas sus amigas revoloteaban entre las flores multicolores, Luna se escondía tímidamente en un rincón oscuro y gris. Un día, el sol brillaba con fuerza sobre el jardín y Luna decidió salir de su escondite.

Al ver a sus amigas disfrutando de la vida llena de colores, sintió una profunda tristeza en su corazón. "-¿Por qué no puedo ser como ellas? ¿Por qué tengo tanto miedo a los colores?", se preguntaba Luna mientras observaba con envidia a las demás mariposas.

De repente, escuchó una voz suave y melodiosa detrás de ella. Era Iris, la hada del arcoíris. Iris le dijo a Luna que entendía su miedo, pero que los colores eran parte importante del mundo y debían ser apreciados.

Le ofreció ayudar a Luna a superar su temor y descubrir la belleza que cada color tenía para ofrecer. Así comenzó la aventura de Luna junto a Iris.

La hada del arcoíris la llevó por todo el jardín, mostrándole la diversidad de tonos y matices que existían en cada flor y planta. Poco a poco, Luna fue perdiendo el miedo y empezó a sentir curiosidad por aquellos colores que antes le atemorizaban.

Una mañana, mientras volaban juntas por encima de un campo lleno de girasoles dorados, Iris le propuso un desafío a Luna: debía reagarrar polen de flores de diferentes colores para crear su propia paleta multicolor.

Al principio dudó, pero luego recordó todas las enseñanzas de Iris y decidió aceptar el desafío.

Con valentía y determinación, Luna comenzó su misión recolectando polen rojo de una rosa escarlata, luego naranja de una caléndula brillante, amarillo de un girasol radiante, verde de una hoja fresca e incluso azul del cielo claro como el agua cristalina. Al finalizar su tarea, Luna regresó con Iris mostrándole orgullosa su paleta multicolor hecha con amor y valentía. "-¡Lo lograste! Estoy muy orgullosa de ti", exclamó emocionada Iris mientras abrazaba cariñosamente a Luna.

Desde ese día en adelante, Luna dejó atrás su temor a los colores y se convirtió en la mariposa más colorida y feliz del jardín.

Siempre recordaba las palabras sabias de Iris: "Los colores son parte fundamental del mundo que nos rodea; cada uno tiene algo especial para ofrecer si aprendemos a mirarlo con amor". Y así fue como Luna descubrió que no hay nada más hermoso ni liberador que abrir nuestro corazón al mundo lleno de colores que nos rodea.

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