El Jardín de Colores
Era un hermoso día en el pequeño pueblo de Arcoiris. En un rincón del pueblo, había un jardín mágico que todos los niños adoraban. Cada vez que alguien se acercaba, las flores cambiaban de color y bailaban al ritmo del viento.
Un buen día, llegó al pueblo una niña llamada Clara. Clara era nueva y un poco tímida. No conocía a nadie, pero había oído hablar del jardín y decidió aventurarse a conocerlo. Cuando se acercó, notó que no había nadie más allí, pero las flores parecían felices de verla.
"Hola, flores hermosas!" - dijo Clara, sonriendo.
Las flores, emocionadas, comenzaron a cambiar de color, llenando el aire con un aroma delicioso.
De repente, una mariposa de colores brillantes voló hacia Clara y se posó en su hombro.
"Bienvenida al Jardín de Colores, Clara. Soy Lila, la mariposa-guardiana. Aquí todos son bienvenidos, sin importar su forma de ser" - explicó la mariposa con una voz dulce.
Clara se sintió aliviada. "Gracias, Lila. No tengo muchos amigos y estoy un poco asustada".
"No te preocupes. Te mostraré lo grandioso que es ser diferente y lo importante que es encontrar tu lugar en el mundo" - dijo Lila mientras revoloteaba por el jardín.
Mientras exploraban, Clara y Lila se encontraron con un grupo de flores que seguían siendo de un solo color, tristes y aburridas. Clara decidió acercarse y saludarlas.
"Hola, ¿por qué están tan tristes?" - preguntó Clara.
Una flor, de un color grisáceo, respondió "No sé, siempre hemos sido así, pero nunca hemos intentado cambiar".
Clara sonrió y dijo "¿Y si probamos a mezclar nuestros colores? Tal vez eso nos haga más alegres".
Las flores, intrigadas, comenzaron a mezclar sus colores y pronto florecieron en una explosión de tonalidades. El jardín se llenó de risas y alegría.
"Miren lo que hemos hecho juntos!" - exclamó Clara emocionada.
Lila, exaltada, agregó "Así es, cada uno de ustedes aporta algo especial cuando se unen. Cuando abrazan sus diferencias, el jardín florece en maravillosos colores".
Desde ese momento, Clara se convirtió en parte del jardín. Cada día, jugaba con las flores y ayudaba a que el jardín siguiera creciendo. Un día, el viento trajo a una nueva niña llamada Samy. Samy era una artista que pintaba y también era diferente: le gustaba a otras chicas.
Clara sintió que Samy podía sentirse como ella, tímida e insegura. Así que decidió invitarla. "Hola, Samy! Vení a conocer a mis amigas flores, están ansiosas por conocerte".
Samy se acercó con curiosidad. "¿Puedo unirme?" - preguntó.
"¡Por supuesto! Aquí todos son bienvenidos. Vení, mezclá tus colores con nosotras" - dijo Clara animada.
A Samy le brillaron los ojos y, cuando pintó, el jardín se llenó de nuevos colores y formas. "Nunca había estado en un lugar tan mágico" - dijo con una gran sonrisa.
A medida que pasaba el tiempo, Clara y Samy construyeron una hermosa amistad. Aprendieron a valorarse mutuamente y a celebrar sus diferencias.
"¿Sabés, Clara?" - dijo Samy un día, mientras pintaban juntos. "Me siento muy feliz aquí, nunca había encontrado un lugar donde me sintiera tan aceptada".
"Yo tampoco! ¡El mundo es más hermoso cuando estamos juntos!" - respondió Clara.
El jardín pronto se convirtió en un espacio donde todos los niños de Arcoiris podían reunirse, aprender y expresarse libremente. Clara y Samy decidieron organizar una gran fiesta de colores para celebrar sus diferencias y la belleza de la amistad.
"¡Invitemos a todos! Necesitamos que cada uno traiga su color!" - sugirió Clara emocionada.
Entonces, todos y cada uno de los niños del pueblo vinieron, trayendo sus colores, sus historias y sus risas. El Jardín de Colores se llenó de risas, pintadas brillantes y mucha alegría. Fue un día para recordar.
Desde ese entonces, Clara, Samy y las flores continuaron inspirando a todos a ser ellos mismos, a ser únicos, y a siempre celebrar la diversidad que los hacía especiales. Siempre recordarían que el verdadero regalo del jardín no eran solo las flores, sino el amor y aceptación que compartían juntos.
FIN.