El Jardín de Colores
En un pequeño pueblo lleno de colores y risas, había un niño llamado Lucas que veía el mundo de una manera muy especial. A Lucas le encantaban los colores y los dibujos, y pasaba sus días creando maravillas en su cuaderno. Sin embargo, a veces se sentía diferente a los demás niños.
One day, durante el recreo en la escuela, Lucas decidió mostrar sus dibujos a sus compañeros. Con su cuaderno bajo el brazo, se acercó al grupo de niños que jugaban a la pelota.
"¡Hola! Miren lo que hice", dijo Lucas emocionado, abriendo su cuaderno.
Los otros niños miraron rápidamente sus dibujos llenos de arcoíris y criaturas mágicas, pero pronto volvieron a jugar sin prestarle mucha atención. Lucas sintió un nudo en la panza y se alejó, sintiéndose un poco triste.
Al día siguiente, Lucas decidió intentar otra vez y se acercó a su compañera Valentina, que estaba haciendo flores de papel.
"Valentina, ¿te gustaría ver mis dibujos?" - preguntó Lucas con timidez.
"Claro, ¡me encantan los dibujos!" - respondió Valentina, sonriendo ampliamente.
Lucas le mostró sus creaciones, y Valentina quedó maravillada.
"¡Son hermosos! Nunca vi algo así. ¿Podemos hacer una exposición de arte en la escuela?" - propuso Valentina.
Las palabras de Valentina llenaron a Lucas de alegría. Esa noche decidió trabajar en sus dibujos con más ganas que nunca.
Al día siguiente, Valentina llevó la idea a su maestra, la señorita Ana.
"Señorita Ana, Lucas y yo queremos hacer una exposición de arte en el aula para mostrar los dibujos de Lucas. A él le encantaría compartir su talento con todos. ¿Podemos?" - dijo Valentina con entusiasmo.
La señorita Ana sonrió y asintió.
"¡Me parece una idea maravillosa! Prepárense para el lunes y hagamos que todos los niños vengan a verlo."
Con mucha emoción y algo de nervios, Lucas y Valentina empezaron a organizar su exposición. Lucas se sintió un poco ansioso, pensando si a los demás niños también les gustaría lo que había creado. Sin embargo, Valentina siempre estaba a su lado, alentándolo.
El lunes llegó rápidamente. Los niños de la clase llegaron uno por uno para ver la exposición. Al principio, Lucas dudaba de sí mismo, pero cuando vio las caras de sus compañeros iluminándose al ver sus dibujos, su corazón se llenó de valentía.
"¡Miren esta criatura que dibujé!" - dijo Lucas, señalando a un dragón brillante.
Los niños comenzaron a acercarse más.
"¿Puedo tocarlo?" - preguntó uno de los niños, fascinado.
"Sí, este es un dragón de luz que vuela en los atardeceres." - explicó Lucas, sintiéndose cada vez más confiado.
A medida que pasaron los minutos, más y más niños se reunían alrededor de su exposición, maravillados por los colores y las historias que contaban sus dibujos. Algunos incluso comenzaron a hacer preguntas sobre su proceso creativo.
"¿Cómo hiciste para dibujar esto?" - preguntó una niña con ojos curiosos.
"Cada color tiene su propio significado. El azul es paz, y el rojo es valentía. ¡Lo hice jugando con las emociones!" - respondió Lucas, sonriendo ampliamente.
Lucas se sintió feliz. Nunca imaginó que sus dibujos pudieran hacer sentir tan bien a los demás. Mientras todos disfrutaban de su arte, Lucas miró a Valentina, que lo miraba con orgullo, y se dio cuenta de que no estaba solo.
Después de la exposición, la señorita Ana se acercó a ellos.
"Estoy muy orgullosa de ustedes dos. Lucas, has hecho algo increíble, y Valentina, tu apoyo ha sido fundamental. La amistad puede hacer que las ideas más bonitas se hagan realidad."
Esa tarde, mientras todos los niños regresaban a sus casas, Valentina se acercó a Lucas.
"Siempre supe que tus dibujos eran mágicos. Estoy muy feliz de que los demás también lo hayan visto. ¡Nunca dejes de crear!"
Y así fue como Lucas, el niño que un día se sintió diferente, encontró su lugar en el mundo a través de su arte y el apoyo de su amiga. Juntos transformaron la creatividad en una fiesta de colores y risas, recordando a todos que ser único es lo que nos hace especiales.
FIN.