El jardín de colores
Había una vez un jardín muy bonito, lleno de flores de todos los colores que puedas imaginar. Este jardín no era como los demás, porque cada flor tenía un color especial y muy brillante. Las lilas eran de un violeta tan intenso que parecían sacadas de un cuento de hadas, y los girasoles eran tan amarillos que iluminaban todo a su alrededor.
Un día, mientras las flores danzaban al ritmo del viento, apareció una pequeña mariposa llamada Lila. Era muy curiosa y siempre estaba en busca de nuevas aventuras.
"¡Hola, flores!"- gritó Lila, revoloteando entre ellas. "¿Qué me pueden contar de este hermoso jardín?"
"¡Hola, Lila!"- respondieron las flores al unísono. "Este jardín es un lugar mágico, cada color representa una emoción diferente. ¿Te gustaría conocerlas?"
"¡Claro!"- exclamó Lila emocionada.
La primera flor que le mostró su color fue la rosa.
"Soy la flor del amor. Mi color rosa significa cariño y ternura. Cuando alguien está feliz porque ama a alguien, yo brillo aún más."
Lila observó cómo el color rosa de la flor parecía hacerse aún más intenso mientras hablaba.
Luego, la flor naranja tomó la palabra.
"Yo represento la alegría. Las personas se sienten contentas y llenas de energía cuando me ven. ¡Es como si la risa pudiera pintarse!"
Lila comenzó a recolectar esas emociones, una a una, llenando su pequeño corazón de sentimientos.
"¿Y qué hay del color azul?"- preguntó curiosa Lila.
La flor azul se inclinó hacia ella y dijo:
"Soy la flor de la paz. Mi color significa tranquilidad y calma. Cuando alguien siente serenidad, yo florezco aún más."
Lila sonrió, sintiéndose en armonía.
Al final del recorrido, Lila alcanzó a la flor verde.
"Yo soy la flor de la esperanza. Siempre estoy aquí para recordarte que aunque las cosas a veces se pongan difíciles, siempre hay una nueva posibilidad que puede surgir."
"¡Eso es hermoso!"- exclamó Lila.
"Sí", dijo la flor con voz suave. "Y recuerda: para que el jardín brille en su máximo esplendor, todos deben coexistir en armonía. Sin amor, sin alegría, sin paz, ni esperanza, los colores se desvanecen."
Lila, muy reflexiva, decidió probar a poner en práctica lo que había aprendido. Empezó a hablar con cada uno de los animales del jardín, contándoles las enseñanzas de las flores. Pronto, se organizó un gran festejo para celebrar los sentimientos que cada uno llevaba en su corazón, y lo que significaban.
Estaban todos; los pájaros que cantaban melodías felices, las ardillas que saltaban alegres y hasta los pequeños ratones que, aunque muy tímidos, se asomaron para escuchar.
Pero cuando la fiesta estaba comenzando a alcanzar su clímax, llegó un grupo de flores marchitas. Todos se quedaron en silencio.
"¿Quiénes son?"- preguntó Lila, con un nudo en la garganta.
"Son flores que han olvidado lo importante que es compartir sus emociones y sentimientos,"- respondió la flor de la rosa, con tristeza. "Se han aislado."
Lila, sintiendo una chispa de valentía, voló hacia ellas.
"¡Hola!"- dijo con una sonrisa. "Vengan a la fiesta. Aquí todas las flores son bienvenidas, nadie queda afuera. ¿Qué les parece?"
Las flores marchitas miraron hacia el evento, sus pétalos caídos parecían más coloridos a la vista del amor que había alrededor.
"Podemos intentarlo... pero hemos olvidado cómo reír."
"¡Eso es fácil! Aquí hay mucha alegría para compartir."
Entonces Lila llevó a las flores marchitas al centro de la fiesta. Les presentó a cada una de sus amigas, y poco a poco, comenzaron a abrirse y compartir lo que sentían.
Con cada risa, el color en sus pétalos empezó a florecer, volviéndose cada vez más brillante. Todos los animales aplaudieron y cantaron cuando vieron cómo se renovaban.
Al final del día, el jardín era un mar de colores. Lila miró a su alrededor y suspiró felizmente. Había aprendido que los colores del jardín eran más que solo un espectáculo visual; eran un reflejo de las emociones que compartían entre todos.
Las flores marchitas agradecieron a Lila por abrirles las puertas de su corazón, y ella les susurró. "Siempre hay espacio en este jardín para el amor, la alegría y la esperanza. Así como siempre hay un color para cada emoción."
Desde ese día, el jardín nunca volvió a ser el mismo. Cada vez que alguien se sentía triste, sabía que podía ir allí y compartir sus emociones. Y así, el jardín de colores brilló más que nunca, lleno de luz, amor y armonía.
FIN.