El Jardín de Colores de Tico y Tina
En un bosque mágico donde los árboles danzaban al ritmo del viento y las flores brillaban como diamantes, vivían Tico, un conejo juguetón con orejas largas y suaves, y Tina, una tortuga sabia y tranquila con un caparazón lleno de secretos. Cada día era una nueva aventura para ellos, pero aquel día algo especial estaba en el aire.
"Tina, ¿qué te parece si hacemos algo divertido hoy?", preguntó Tico mientras saltaba alrededor de un arbusto lleno de flores de colores.
"¿Algo divertido? ¿Cómo qué, Tico?", respondió Tina con curiosidad.
"Podríamos hacer animales de colores con plastilina. ¡Así, podríamos jugar con ellos y crear un zoológico mágico!", exclamó Tico emocionado.
"¡Esa es una gran idea!", dijo Tina, iluminándose. "Voy a recoger un poco de plastilina que tengo guardada en mi cueva".
Las dos criaturas se pusieron manos a la obra. Mientras Tina traía la plastilina, Tico buscó hojas y ramitas para decorar su zoológico. Pronto, comenzaron a mezclar colores, creando un mundo vibrante lleno de posibilidades.
"Mirá, hice un elefante naranja con orejas rosas!", dijo Tico, sosteniendo orgulloso su creación.
"Y yo hice una mariposa amarilla con manchas azules. ¡Es hermosa!", contestó Tina, sonriendo ante su obra.
Entre risas y colores, crearon un dragón verde, un pez azul con escamas doradas, y hasta un león rojo con melena púrpura. Pero justo cuando estaban listos para mostrárselo a los demás animales del bosque, un fuerte viento comenzó a soplar.
"¡Ay no!", gritó Tico. "¡Las plastilinas se están volando!".
"No te preocupes, Tico. Vamos a atraparlos juntos", dijo Tina, tratando de calmarlo. Sin embargo, el viento era más fuerte y poco a poco las creaciones se escurrieron entre árboles y arbustos.
Los dos amigos comenzaron a correr tras las piezas que volaban, pero el viento se llevaba cada uno de sus animales de colores, uno por uno. En medio de la carrera, se dieron cuenta de que sus obras se estaban mezclando en el aire, creando nuevos colores y formas.
"¡Mirá, Tico!", gritó Tina mientras alcanzaba una esfera amarilla que se volvió fucsia al chocar contra una hoja. "Los colores están bailando juntos!".
"Sí, ¡es hermoso!", sorprendió Tico. "Quizás no necesitamos atarlas. ¿Y si dejamos que el viento haga su magia?".
Nuevas criaturas comenzaron a tomar forma en el aire, figuras que nunca habían imaginado: una jirafa con manchas de arcoíris, un pez que brillaba como un caracol, y un pájaro con plumas que cambiaban de tono. Los dos amigos se quedaban maravillados.
"No todo tiene que ser exactamente como lo planeamos", reflexionó Tina. "A veces, las mejores ideas surgen de las aventuras inesperadas".
"Tenés razón, Tina. Hicimos nuestro zoológico, ¡pero de una forma mucho más mágica!", celebró Tico, sintiéndose feliz.
Finalmente, cuando el viento calmó y los colores se asentaron, Tico y Tina miraron a su alrededor. Tuvieron que admitir que sus creaciones eran aún más fabulosas que lo que habían imaginado.
"Vamos a mostrarles a los demás", sugirió Tico.
Fueron al claro del bosque y así, junto a su zoológico volador, comenzaron a contarles a todos los animales, quienes quedaron boquiabiertos.
"¡Nunca había visto animales tan increíbles!", exclamó un ciervo.
"¡Esto es único!", dijo un pajarito mientras revoloteaba alrededor.
Tico y Tina, sonriendo, comprendieron que la verdadera magia no radicaba solo en la plastilina, sino en la combinación de ellos y el viento que había mezclado colores y sueños. Se dieron cuenta de que a veces, al dejarse llevar por lo inesperado, las cosas pueden resultar más hermosas.
Desde ese día, decidieron seguir explorando el bosque mágico y creando juntos, porque cada día podía ser una nueva aventura llena de colores, ideas y, sobre todo, amistad. Y así fue como Tico y Tina descubrieron que la magia verdadera reside en la creatividad y la conexión que tienen entre ellos, todo en un bosque lleno de colores y sorpresas.
FIN.