El Jardín de Costanza



En un pequeño pueblo donde los días eran cálidos y las noches estaban llenas de estrellas, vivía una niña llamada Valentina. Tenía unos ojos grandes y curiosos, y una sonrisa contagiosa. Todo el mundo en el vecindario la quería, pero había alguien especial que ocupaba un rincón muy especial en su corazón: Costanza.

Costanza era su mejor amiga. Tenía un cabello rizado que brillaba bajo el sol y una risa que sonaba como música. Las dos pasaban juntas todos los días, explorando el mundo a su alrededor, creando juegos y descubriendo los secretos del jardín de la abuela de Valentina.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Valentina sintió algo diferente. Era como si su corazón hiciera un pequeño salto cada vez que veía a Costanza jugar.

- ¿Valen, te pasa algo? - preguntó Costanza, preocupada por la expresión de su amiga.

- No sé… creo que me gusta mucho, Costi - respondió Valentina, un poco nerviosa, mordiéndose el labio.

Costanza la miró con sorpresas en sus ojos.

- ¡Eso es genial! Me encantaría que me guste alguien también. ¿Y si hacemos un plan para que podamos descubrirlo juntas? - propuso Costanza con una gran sonrisa.

Valentina se sintió aliviada y feliz al ver que su amiga sólo se emocionaba por su revelación.

Así que ambas decidieron crear un club donde pudieran investigar sobre diferentes gustos, como el arte, la música y la naturaleza.

Al día siguiente, se sentaron bajo un árbol frondoso con un cuaderno y lápices de colores, anotando todo lo que les interesaba. Hicieron una lista de todas las cosas que les gustaban y decidieron que cada semana llevarían a cabo una actividad relacionada con sus descubrimientos.

La primera semana, decidieron hacer una pintura en el jardín. El entusiasmo era tal que llenaron la tela de colores y sonrisas. La segunda semana, decidieron hacer una merienda con todos sus sabores favoritos: galletitas de chocolate, limonada casera y frutas frescas. Estaban encantadas de compartir y crear momentos juntas.

Con cada actividad, Valentina seguía sintiendo esa chispa especial. Pero también comenzó a preocuparse por si esto podría cambiar su amistad.

Un día, mientras estaban en su rincón favorito, Valentina tomó coraje para hablar.

- Costi, ¿y si me gusta alguien más que ser tu amiga? - preguntó, el corazón latiéndole con fuerza.

Costanza la miró, sorprendida y pensativa.

- Bueno, la amistad es increíble y es aquello que nos une, pero si llegás a gustarte de alguien, me encantaría que me lo contaras. La amistad también se trata de ser feliz, ¿no crees? - dijo Costanza con voz dulce.

Valentina sintió un alivio enorme. - Sí, tenés razón, siempre seremos amigas.

Decidieron hacer un día especial para celebrar su amistad. Cada una le escribiría una carta a la otra y la leería en voz alta en el jardín. Cuando llegó el día, Valentina se sintió muy nerviosa, pero también muy emocionada por lo que Costanza diría.

- Siempre me haces reír y soy muy feliz contigo. Eres la mejor amiga del mundo, Costanza - leyó Valentina su carta, sintiendo cómo el amor que tenía por su amiga se expresaba en palabras.

- Valen, eres tan genial que me inspiras a ser mejor cada día. Gracias por ser como sos. Quiero que siempre sepas que aquí estoy para todo lo que necesites - respondió Costanza, con un brillo de ternura en sus ojos.

Ese día, Valentina comprendió que el amor podía manifestarse en muchas formas y que la amistad profunda también era una de ellas.

Con el tiempo, las dos continuaron explorando el mundo, creando recuerdos y aventuras. Aprendieron que ser diferente y tener sentimientos distintos no hacía que su amistad fuese menos especial, sino todo lo contrario. Cada emoción, cada risa y cada secreto compartido les daba fuerzas para sentirse seguras y queridas.

Desde aquel día, Valentina y Costanza siempre recordaron que no importa el tipo de amor que sientas, lo importante es ser honestos y cuidar de las amistades más valiosas, porque cada una tiene el poder de hacer brillar el corazón de una persona.

Y así, en su pequeño pueblo, Valentina y Costanza no sólo descubrieron sus propios corazones, sino también la importancia de la amistad y el amor puro que se lleva en el alma.

FIN.

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