El jardín de Hanna


Hanna era una niña muy curiosa y desobediente. Siempre quería saber más sobre el mundo que la rodeaba, pero no siempre seguía las reglas de sus padres.

A menudo se metía en problemas por ir más allá de los límites establecidos. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Hanna vio un camino que nunca había explorado antes. Estaba lleno de arbustos y árboles altos, y parecía llevar a algún lugar desconocido.

Hanna sintió la tentación de seguirlo para ver adónde llevaba. "¡Hey chicos! ¿Quieren venir conmigo a explorar ese camino?"- preguntó Hanna emocionada. "No sé, Hanna. No parece seguro"- respondió su amigo Lucas con preocupación.

"Oh vamos, no hay nada que temer. Solo tenemos que ser cuidadosos" -insistió Hanna mientras comenzaba a caminar hacia el sendero. Los otros niños finalmente cedieron ante la emoción de la aventura y siguieron a Hanna por el camino sinuoso.

Caminaron durante horas hasta que llegaron a un claro donde encontraron algo increíble: ¡un hermoso jardín lleno de flores coloridas!"¡Guau! Nunca he visto algo así antes"- exclamó Mariana admirando las flores rojas brillantes.

El grupo pasó horas explorando el jardín secreto y aprendiendo sobre diferentes tipos de plantas. Pero cuando intentaron regresar al parque, se dieron cuenta de que estaban perdidos. "¿Y ahora qué hacemos? ¿Cómo volvemos?"- preguntó Lucas nervioso.

Hanna recordó lo que su papá le había enseñado sobre cómo encontrar el camino de regreso. Miró al sol y se dio cuenta de que estaba en la dirección equivocada. "¡Chicos, tenemos que dar la vuelta! Estamos yendo en la dirección opuesta"- dijo Hanna con determinación.

Después de caminar durante horas más, finalmente encontraron su camino de regreso al parque.

Los padres de los niños estaban preocupados y enfadados por haberse perdido, pero también estaban orgullosos de ellos por haber aprendido una valiosa lección sobre seguir las reglas y ser responsables. A partir de ese día, Hanna siguió siendo curiosa y aventurera, pero comenzó a ser más cuidadosa al explorar lo desconocido.

Aprendió que siempre es importante escuchar a sus amigos y estar atenta a las señales para evitar problemas innecesarios. Y aunque nunca volvieron a encontrar el jardín secreto, los niños siempre recordaron esa emocionante aventura como una experiencia inolvidable que les ayudó a crecer como personas.

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