El Jardín de Héctor y sus Amigos
Había una vez un niño llamado Héctor, de 3 años de edad, que era diferente y especial. Tenía una imaginación desbordante y siempre veía el mundo de una manera única.
Un día, mientras jugaba en el jardín, Héctor se dio cuenta de que había olvidado su nombre. - ¡Oh no! - exclamó Héctor preocupado - ¿Cómo puedo haber olvidado mi propio nombre? Los animales del jardín escucharon a Héctor y decidieron ayudarlo.
Un conejo saltarín se acercó a él y dijo:- Soy Conejito Curioso, y la primera letra de mi nombre es —"C" . Eres un niño muy Curioso como yo. Héctor sonrió aliviado y agradeció al Conejito Curioso por su ayuda.
Luego, un pez nadador apareció en el estanque cercano. - Soy Pececito Veloz, la primera letra de mi nombre es —"P" . Eres muy Veloz para aprender cosas nuevas - dijo el pez con entusiasmo.
Héctor asintió felizmente y repitió en voz alta: "Soy Héctor, el niño Veloz". Justo cuando pensaba que ya había recordado su nombre completamente, un pájaro colorido voló hacia él desde los árboles cercanos. - Soy Pajarito Alegre, la primera letra de mi nombre es —"P" .
Eres un niño muy Alegre como yo - canturreó el pajarito con alegría. Héctor rió contento al escuchar las palabras del Pajarito Alegre y exclamó: "¡Soy Héctor, el niño Alegre y Veloz!"Pero la historia no terminaba ahí.
Mientras Héctor continuaba jugando en el jardín, se encontró con una tortuga lenta pero sabia. - Soy Tortuguita Sabia, la primera letra de mi nombre es —"T" . Eres un niño muy Sabio para tu edad - dijo la tortuga con calma.
Héctor reflexionó sobre las palabras de la Tortuguita Sabia y se dio cuenta de que tenía razón. Él era un niño curioso, veloz, alegre y sabio.
Finalmente, Héctor reunió a todos los animales a su alrededor y les dijo:- Quiero agradecerles a todos por ayudarme a recordar mi nombre. Soy Héctor, el niño Curioso, Veloz, Alegre y Sabio. Los animales sonrieron orgullosos al ver lo feliz que estaba Héctor por haber recuperado su identidad.
Juntos continuaron jugando y explorando el mundo mágico del jardín. Desde ese día en adelante, Héctor nunca olvidaría quién era realmente. Siempre recordaría ser un niño especial y diferente, lleno de curiosidad, velocidad, alegría y sabiduría.
Y los animales estarían allí para acompañarlo en cada paso del camino.
FIN.