El Jardín de Ilai
En el colorido pueblo de Salento, Quindío, vivía una niña de 7 años llamada Ilai. Le encantaban los animales, y siempre estaba rodeada de amigos y criaturas de la naturaleza. Su sueño era hacer de su entorno un lugar aún más hermoso, cuidando de cada ser vivo que encontraba.
Un día, mientras caminaba por el sendero del bosque, escuchó un suave ruido.
"¿Qué será eso?" - se preguntó Ilai con curiosidad.
Al acercarse, se dio cuenta de que un pequeño pajarito había caído de su nido. Rápidamente, lo recogió con cuidado.
"No te preocupes, pequeño. Te llevaré de vuelta a tu casa" - susurró Ilai mientras lo sostenía en sus manos.
Decidió entonces visitar a sus amigos: Nicky, Lor y Soni, para mostrarles lo que había encontrado.
"¡Chicos! ¡Miren esto!" - exclamó emocionada Ilai.
"¡Qué lindo!" - dijo Nicky, acercándose.
"¿Pero cómo lo vamos a ayudar?" - preguntó Lor preocupada.
"Separándolo de otros animales, ¡claro!" - dijo Soni con una sonrisa.
Ilai explicó:
"Los animales son parte de nuestra vida. Sin ellos, nuestro mundo no sería igual. Este pajarito necesita volver a su nido y seguir creciendo."
Los amigos se unieron a Ilai para devolver al pajarito a su hogar, pero mientras volvían al árbol, notaron que había basura tirada en el camino.
"¡Qué pena!" - exclamó Nicky, señalando el basural.
"Debemos hacerlo desaparecer. ¡Vamos!" - animó Ilai.
Unidos, comenzaron a recoger la basura, explicando el porqué de cada acción.
"¿Sabían que la contaminación puede lastimar a los animales?" - dijo Ilai mientras recogía plásticos.
"Sí, es verdad. Mis papás lo dicen todo el tiempo" - respondió Soni.
"Además, la basura puede dañar a las plantas. Y, si las plantas no están bien, tampoco los animalitos." - agregó Lor.
Tras varias horas de trabajo, el camino estaba mucho más limpio y el pajarito felizmente regresaba a su nido.
"¡Lo hicimos!" - gritaron todos al unísono.
"Y aprendimos que cada pequeño gesto cuenta" - afirmó Ilai.
La felicidad de haber ayudado a un ser vivo y de limpiar la naturaleza llenó sus corazones. Decidieron hacer un compromiso:
"Cada semana, hacemos una limpieza en el bosque" - propuso Ilai.
"¡Sí! Y también hablaremos con más amigos para unirse" - dijo Nicky emocionado.
"Podemos crear un club de cuidado animal y ambiental" - sugirió Lor.
"¡Fooorza, amigos!" - gritó Soni.
Y así, Ilai, Nicky, Lor y Soni se convirtieron en Guardianes de la Naturaleza de Salento. Con el tiempo, sus amigos los conocieron y se unieron a ellos. Juntos comenzaron a organizar limpiezas y a aprender más sobre los animales y el ambiente.
Pero un día, un grupo de turistas llegó al bosque con intenciones de hacer un festival que podría dañar la naturaleza.
"¡No podemos dejar que eso suceda!" - gritó Ilai, determinada.
"Debemos hacerles ver que la naturaleza es importante" - opinó Nicky.
Los niños, usando carteles y sus propias palabras, se acercaron a los turistas:
"¡Hola! ¡Los invitamos a conocer nuestro bosque! Pero necesitamos cuidarlo. No podemos dejar que lo destruyan" - dijo Ilai.
Los turistas, sorprendidos por la pasión de los niños, escucharon atentamente.
"Nosotros no queríamos dañar. Queríamos disfrutar de esta belleza" - dijo una mujer, visiblemente conmovida.
"¡Entonces, ayudemos a proteger lo que amamos!" - propuso Lor sonriendo.
Al final, los turistas decidieron realizar el festival en un lugar diferente, donde no hubiera daño a la naturaleza. Y, como recompensa, se comprometieron a colaborar con los Guardianes de Salento, ayudando en las próximas limpieza y creando conciencia.
Desde entonces, Ilai y sus amigos no solo cuidaron de los animales y del ambiente, sino que también inspiraron a toda la comunidad a hacerlo. Cada acción cuenta y nuestra magia viene cuando nos unimos por un mismo propósito: cuidar de la Tierra, porque todos vivimos en este maravilloso jardín llamado hogar.
Y así, en Salento, florecieron más que nunca los colores, los cantos de los pajaritos y la risa de los niños, todos unidos por un amor incondicional a la naturaleza.
FIN.