El jardín de infantes mágico


Un día, llegó un niño nuevo al jardín de infantes. Se llamaba Mateo y estaba un poco asustado por no conocer a nadie.

- Hola, soy Belu, una de las maestras del jardín - dijo Belu acercándose a Mateo con una sonrisa amable-. ¿Cómo te llamas? - Me llamo Mateo - respondió tímidamente el niño. - ¡Hola Mateo! Yo soy Eli, la otra maestra del jardín - dijo Eli acercándose también-.

¿Quieres que te enseñemos nuestro lugar mágico? Mateo asintió con una sonrisa tímida y empezó a explorar el jardín con las dos maestras.

Descubrió muchos rincones divertidos: un rincón de lectura con cuentos coloridos, un rincón de arte donde podía dibujar y pintar lo que quisiera, y hasta un tobogán gigante en el patio trasero. Con el tiempo, Mateo se fue sintiendo más cómodo en su nuevo hogar en el jardín.

Sin embargo, notó algo extraño cuando jugaba con los demás niños: siempre terminaban peleando o discutiendo por tonterías. Un día, durante la hora del cuento, Belu les leyó una historia sobre dos amigos que habían tenido una pelea pero lograron solucionarlo hablando entre ellos.

- ¿Qué les parece si hacemos lo mismo? - propuso Eli-. Cada uno puede decir cómo se siente cuando algo le molesta o le hace sentir triste. Los niños aceptaron la idea y empezaron a hablar entre ellos sobre sus sentimientos.

Al principio fue difícil para algunos expresarse, pero poco a poco fueron aprendiendo que hablar era mucho mejor que pelear. Desde ese día, el jardín de infantes Diálogos se convirtió en un lugar aún más mágico.

Los niños y niñas aprendieron la importancia de comunicarse y resolver sus problemas hablando, y las maestras Belu y Eli estaban muy orgullosas de ellos. - ¡Qué buen día tuvimos hoy! - dijo Mateo mientras se despedía de sus amiguitos al final del día.

- Sí, fue genial - respondió Belu-. Pero mañana será aún mejor. Y así fue. Cada día en el jardín de infantes Diálogos era una aventura nueva llena de risas, juegos y diálogos.

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