El jardín de Karlita



Había una vez una niña llamada Karlita, que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Karlita era muy curiosa y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, su mamá le dijo que tenía una sorpresa para ella.

"-Karlita, tengo noticias emocionantes. ¡He conseguido un nuevo trabajo y te llevaré contigo todos los días!", anunció su mamá con entusiasmo. Karlita saltó de alegría y abrazó a su mamá.

Estaba emocionada por pasar más tiempo con ella y descubrir qué tipo de trabajo tenía su mamá. Al día siguiente, Karlita se despertó temprano y se preparó para ir al nuevo trabajo de su mamá.

Caminaron juntas hasta llegar a un hermoso parque lleno de flores coloridas y árboles frondosos. Allí encontraron a las amigas de la mamá de Karlita: María, Laura y Cecilia. "-¡Hola! -saludaron las amigas al unísono-. Bienvenida al Parque Flores". Karlita miró a su alrededor maravillada por la belleza del lugar.

Las amigas de su mamá le explicaron que ellas eran jardineras y cuidaban el parque para que todos pudieran disfrutarlo. "-¡Podemos enseñarte todo sobre plantas y flores si quieres!"- ofreció María con una sonrisa.

Karlita asintió emocionada mientras comenzaban a trabajar juntas. Aprendió cómo sembrar semillas, regar las plantas adecuadamente e incluso cómo podar los arbustos. Pasaron los días y Karlita se volvió experta en el cuidado de las plantas.

Se sentía feliz y orgullosa de ayudar a mantener el parque tan hermoso. Un día, mientras Karlita estaba regando las flores, notó que una de ellas estaba marchita y triste. Se acercó a ella y le preguntó qué pasaba.

"-Hola pequeña flor, ¿qué te sucede? -le susurró Karlita con ternura-. "La flor respondió débilmente: "-Estoy triste porque no tengo suficiente sol para crecer fuerte y saludable". Karlita se puso manos a la obra.

Corrió hacia sus amigas jardineras y les contó lo que había pasado. Juntas idearon un plan para trasplantar la flor a un lugar donde pudiera recibir más luz solar. Después de mucho esfuerzo, lograron mover la planta al lugar adecuado.

La flor comenzó a recuperarse rápidamente, llenándose de vida nuevamente. Karlita se sintió muy feliz sabiendo que había hecho algo bueno por la naturaleza. Aprendió que todos los seres vivos necesitan amor y cuidado para crecer fuertes y felices.

El tiempo pasó, y Karlita continuó trabajando en el Parque Flores junto a su mamá y sus amigas jardineras. Cada día aprendía algo nuevo sobre plantas y flores, pero también sobre la importancia del trabajo en equipo y cómo marcar una diferencia en el mundo.

Y así fue como Karlita descubrió su pasión por la jardinería. Decidió estudiar para convertirse en bióloga cuando fuera mayor, para seguir protegiendo la belleza de la naturaleza.

Desde entonces, cada vez que alguien visitaba el Parque Flores, podía ver a Karlita con una sonrisa en su rostro, cuidando y amando a todas las plantas como si fueran sus amigas más queridas.

FIN.

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