El Jardín de la Alegría



Había una vez un niño llamado Tomi, que iba a una escuelita en un pequeño pueblo. Aunque Tomi era un chico muy inteligente y amable, se sentía triste en la escuela. No lograba hacer amigos como otros chicos y siempre jugaba solo en el patio durante el recreo.

Un día, mientras Tomi estaba sentado bajo un árbol, escuchó a dos chicas charlando.

"¿Viste el nuevo juego de saltar la cuerda?", dijo una de ellas emocionada.

"Sí, ¡es muy divertido! Deberíamos enseñárselo a Tomi. ¡Nunca juega!", respondió la otra.

Tomi escuchó esto y se sintió aún más triste. Pensó que nunca podría unirse a sus juegos. Sintió que había un gran muro entre él y los demás. Sin embargo, cuando terminó el recreo, vio a su maestra, la señora Clara, que era conocida por su amabilidad.

"Señora Clara, ¿por qué creo que nunca puedo entrar al juego con los demás?", le preguntó Tomi, con la voz un poco temblorosa.

"A veces, necesitamos dar un pequeño paso hacia los demás, Tomi. Puedes empezar por invitar a alguien a jugar contigo", le sugirió la señora Clara, sonriendo.

Esa tarde, mientras hacía los deberes en casa, Tomi se dio cuenta de que realmente quería hacerse amigo de los otros chicos, pero no sabía cómo hacerlo. Entonces, decidió que al día siguiente probaría algo diferente.

Al día siguiente, Tomi llegó al colegio con un gran ánimo. Mientras sus compañeros se agruparon en el recreo, tomó aire y se acercó a las chicas que estaban jugando con la cuerda.

"¿Puedo jugar con ustedes?" preguntó con un tono un poco tembloroso.

Las chicas, un poco sorprendidas, se miraron entre sí y una de ellas dijo:

"¡Claro, Tomi! Ven, puedes saltar con nosotras. Es muy divertido!"

Tomi se sintió aliviado y feliz. Aunque al principio se tropezó varias veces, con las chicas a su lado, comenzó a reírse de sus torpezas. En ese momento, notó algo mágico: ya no se sentía solo.

Los días pasaron y Tomi decidió que no solo quería unirse a ellos, sino que también quería compartir su pasión por las plantas. Tenía un pequeño jardín en casa y siempre hablaba de las flores y sus cuidados. Una tarde, mientras jugaba durante el recreo, se le ocurrió una idea.

"¿Quieren que les muestre mi jardín de flores? Se los prometo, es increíble!", les dijo a sus compañeros.

Las chicas se miraron emocionadas.

"¡Sí, por favor! Nos encantaría!" respondieron.

Esa semana, Tomi organizó un día especial para invitar a sus compañeros al jardín. Preparó una merienda y les explicó cómo cuidaba de sus plantas. Las chicas estaban fascinadas, y poco a poco, otros chicos de la clase comenzaron a unirse.

"No sabía que tenías un jardín tan bonito, Tomi. Tenés un talento increíble!", le dijo uno de los chicos, mientras observaban las flores.

"Gracias! Ustedes pueden ayudarme a cuidarlas también. Hay tanto por hacer!" respondió Tomi con una gran sonrisa.

Ese día, Tomi se dio cuenta de que había superado su tristeza. Estaba rodeado de amigos, compartiendo risas y aprendiendo unos de otros. No solo había logrado integrarse, sino que había creado un vínculo especial con sus compañeros.

Desde aquel entonces, Tomi no solo se divertía en la escuela, sino que también se convirtió en el experto jardinero del grupo. Juntos, comenzaron a plantar un pequeño jardín en el patio de la escuela, donde todos podían jugar y aprender sobre las plantas. Tomi había convertido su tristeza en alegría al abrir su corazón y compartir su pasión.

Y así, el niño que un día se sintió triste en la escuela se transformó en un líder entre sus compañeros, mostrando que la amistad florece cuando compartimos lo que amamos.

FIN.

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