El jardín de la amistad



En lo profundo de la selva, vivían cinco amigos muy especiales: León, Elefante, Mono, Jirafa y Cebra. Un día, mientras exploraban el bosque, descubrieron un hermoso jardín lleno de colores y juguetes.

- ¡Miren qué lugar tan maravilloso! -exclamó emocionado León. - ¡Sí! Y hay tantos juguetes para jugar -dijo Elefante con entusiasmo. Cada uno corrió a elegir su juguete favorito.

León tomó una pelota, Elefante agarró un balde y pala, Mono se columpiaba en una rama, Jirafa miraba los libros para colorear y Cebra corría alrededor del jardín. Al principio todo parecía perfecto; sin embargo, pronto surgieron problemas. - ¡Esa pelota es mía! -rugió León cuando vio a Elefante tratando de jugar con ella.

- Pero si yo también quiero jugar -contestó Elefante con tristeza. La discusión se extendió cuando Mono quiso columpiarse en la misma rama que Jirafa y Cebra quería correr por donde estaba Elefante.

Todos querían sus propios juguetes y no estaban dispuestos a compartir. Las peleas se volvieron frecuentes entre los amigos. El jardín ya no era un lugar feliz como al principio.

Hasta que un día algo inesperado sucedió: una tormenta azotó la selva y todos los juguetes quedaron mojados y rotos. - ¡Oh no! ¿Qué haremos ahora? -preguntó preocupado Mono. León miró a sus amigos con tristeza y dijo:- Creo que cometimos un error al pelear por los juguetes.

Deberíamos haber aprendido a compartir desde el principio. Entonces, juntos decidieron buscar una solución para arreglar los juguetes dañados. Trabajaron en equipo reparando cada uno de ellos con lo que tenían a mano. Fue así como descubrieron lo divertido que era colaborar y ayudarse mutuamente.

Poco a poco, las risas volvieron al jardín y la amistad entre ellos creció más fuerte que nunca antes. Aprendieron que compartir no solo significaba dividir los objetos sino también disfrutarlos juntos.

Desde ese día, León, Elefante, Mono, Jirafa y Cebra se convirtieron en inseparables compañeros de juegos en el jardín de la selva. Y aunque cada uno tenía su propio juguete preferido, siempre estaban dispuestos a prestarlo o intercambiarlo con sus amigos sin dudarlo ni un segundo.

FIN.

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