El jardín de la amistad
Érase una vez en un hermoso jardín, vivían tres amigos muy especiales: Guerrero, el valiente gato; Girasol, la alegre flor; y Cebta, la curiosa mariposa. Juntos compartían aventuras y aprendizajes que les ayudaban a crecer cada día.
Un soleado día de verano, mientras paseaban por el jardín, Girasol notó algo extraño en uno de sus pétalos. Estaba marchito y triste.
Preocupada, le dijo a sus amigos:-¡Ay, amigos míos! Mi pétalo está apagado y no sé qué hacer para que vuelva a brillar. Guerrero se acercó rápidamente y examinó detenidamente el pétalo de Girasol. Con su voz firme y confiada le dijo:-No te preocupes, amiga mía. Vamos a encontrar una solución juntos.
Cebta volando alrededor de ellos sugirió:-Y si buscamos consejo en Don Sabio Árbol, él siempre sabe qué hacer. Los tres amigos fueron hacia Don Sabio Árbol, quien los recibió con una sonrisa sabia en su rostro arrugado.
-Don Sabio Árbol -dijo Guerrero-, el pétalo de nuestra querida amiga Girasol está marchito. ¿Nos puedes ayudar? El anciano árbol pensativo respondió:-Hay algo especial que necesita Girasol para volver a brillar: agua pura del manantial más cristalino del bosque encantado.
-¡Vamos allá entonces! -exclamaron los tres amigos llenos de entusiasmo. En su camino hacia el bosque encantado, se encontraron con varios desafíos. Una serpiente hambrienta bloqueaba su camino. -¡No pasaran! -siseó la serpiente amenazante.
Pero Guerrero, valiente como siempre, saltó sobre ella y la alejó del camino de sus amigos. -¡Gracias, Guerrero! -dijo Girasol con alivio. Finalmente, llegaron al manantial cristalino y llenaron una pequeña botella con agua pura.
Al regresar al jardín, Girasol bebió un poco del agua mágica y roció unas gotitas en su pétalo marchito. Al instante, el pétalo comenzó a brillar nuevamente. -¡Ohh! ¡Estoy tan feliz! -exclamó Girasol radiante de alegría.
Desde ese día, los tres amigos aprendieron que cuando uno de ellos necesitaba ayuda o apoyo, los otros siempre estarían allí para brindarlo. Juntos superaban cualquier obstáculo y se convertían en mejores versiones de sí mismos.
Con el tiempo, cada uno descubrió sus propias fortalezas: Guerrero protegía a sus amigos con su valentía; Girasol iluminaba el jardín con su alegría; y Cebta exploraba nuevos horizontes con su curiosidad sin fin. Juntos formaban un equipo único e invencible.
Y así continuaron viviendo nuevas aventuras en ese hermoso jardín donde la amistad y el amor florecían cada día más fuertes. Porque cuando nos apoyamos mutuamente y celebramos nuestras diferencias, podemos superar cualquier desafío que la vida nos presente. Fin.
FIN.