El jardín de la amistad



Había una vez en un hermoso jardín, un grupo de amigos muy especiales: Florinda la flor, Lolo el lombriz, Panchito el pájaro y Tito el árbol.

Ellos vivían felices compartiendo sus días bajo el cálido sol y la fresca lluvia que los regaba. Un día, mientras jugaban a las escondidas, Tito el árbol les contó a sus amigos sobre el ciclo vital de los seres vivos.

Les explicó que todos nacen, crecen, se reproducen y finalmente mueren, pero que cada etapa era importante y hermosa a su manera. Florinda la flor se puso triste al escuchar esto. -¿Significa eso que yo también moriré algún día? , preguntó con voz temblorosa.

-Así es, querida Florinda -respondió Tito-, pero no te preocupes. Tu belleza y fragancia perdurarán en la memoria de todos nosotros. Lolo el lombriz intervino entonces con entusiasmo.

-¡Pero qué emoción! Significa que siempre estaremos conectados de alguna forma, incluso si ya no estamos juntos físicamente. Panchito el pájaro revoloteó alrededor de sus amigos.

-¡Entonces debemos disfrutar cada momento juntos al máximo! ¡Volaré más alto y cantaré más fuerte para celebrar nuestra amistad! Y así fue como los cuatro amigos decidieron aprovechar al máximo cada instante que pasaban juntos. Jugaban más tiempo, reían más fuerte y compartían sus sueños e inquietudes como nunca antes lo habían hecho. Los días pasaron volando y pronto llegó el otoño al jardín.

Las hojas del árbol Tito empezaron a cambiar de color y caer lentamente al suelo. Florinda despidió su última flor antes de marchitarse, mientras Lolo cavaba profundamente bajo tierra preparándose para descansar durante el invierno.

Panchito miraba con nostalgia a sus amigos despidiéndose temporalmente de ellos. -No se preocupen, queridos amigos -dijo con alegría-, volveremos a encontrarnos en primavera para seguir compartiendo nuestra amistad.

Y así fue como cada uno siguió su curso natural en este ciclo vital tan maravilloso: Tito renaciendo en primavera con nuevas hojas verdes, Florinda floreciendo una vez más con colores vibrantes, Lolo emergiendo del suelo lleno de energía renovada y Panchito retornando para cantarles melodías llenas de vida.

Los cuatro amigos comprendieron entonces que aunque las despedidas fueran inevitables en este ciclo vital de los seres vivos, siempre tendrían un lugar especial en sus corazones donde su amistad perduraría por siempre jamás.

Y así continuaron disfrutando juntos cada momento precioso que la vida les regalaba en aquel hermoso jardín donde florecía la verdadera magia de la naturaleza.

FIN.

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