El jardín de la amistad


Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Tomás. Tomás era muy inteligente y creativo, pero a veces le costaba comunicarse con los demás debido a que padecía de autismo.

Esto hacía que muchos niños en la escuela lo rechazaran y se burlaran de él. Un día, durante el recreo, Tomás estaba sentado solo en un rincón del patio cuando llegó María, una niña nueva en la escuela.

María se acercó a él con curiosidad y le preguntó: - ¿Por qué estás solo? Tomás miró hacia abajo y respondió tímidamente:- Porque nadie quiere ser mi amigo. María se sentó junto a Tomás y empezaron a hablar.

Descubrieron que ambos compartían el amor por los animales y los juegos de mesa. A partir de ese día, María y Tomás se convirtieron en grandes amigos. A pesar de esto, algunos niños seguían molestando a Tomás por su condición.

Un día, mientras jugaban en el parque, un grupo de niños comenzó a reírse de él. - ¡Miren al raro! ¡No sabe ni cómo jugar! -gritaban. María se puso furiosa al ver cómo trataban a su amigo.

Se levantó valientemente y les dijo:- ¡Basta ya! Tomás es increíblemente talentoso e inteligente. Solo necesitan tomarse el tiempo para conocerlo realmente. Los niños se quedaron callados ante las palabras de María.

Poco a poco, algunos se acercaron para jugar con Tomás y descubrieron lo divertido que podía ser pasar tiempo con él. Con el apoyo de María y esos nuevos amigos, Tomás comenzó a sentirse más seguro de sí mismo.

Aprendió nuevas formas de comunicarse e incluso participó en una obra escolar donde sorprendió a todos con su actuación. Al final del año escolar, todos los niños habían aprendido la importancia de la amistad verdadera y la aceptación mutua.

Ya no veían a Tomás como "el diferente", sino como un amigo especial que traía alegría y creatividad a sus vidas. Y así, gracias al valor y la bondad de María, Tomás encontró su lugar en el mundo donde finalmente fue aceptado tal como era: único e increíblemente especial.

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