El Jardín de la Amistad



En un pequeño pueblo llamado Arcoíris, donde los colores brillaban más intensamente que en cualquier otro sitio, había un hermoso jardín en el centro. Este jardín era especial, no solo por las flores que lo adornaban, sino porque era el lugar donde todos los niños se reunían a jugar y a compartir momentos mágicos.

En Arcoíris vivían dos amigas inseparables, Lila y Sofía. Ambas eran diferentes, pero compartían un amor inmenso por las aventuras. Lila era extrovertida y le encantaba hablar con todo el mundo, mientras que Sofía era más reservada y disfrutaba de la tranquilidad de leer cuentos.

"¡Mirá ese nuevo árbol que plantaron en el jardín!" - exclamó Lila un día, emocionada. "¡Vamos a jugar allí!"

Sofía sonrió y accedió, y juntas se fueron al jardín. Al llegar, se encontraron con Lucas y Valentina, dos niños que también solían jugar allí. Sin embargo, en ese día, Lucas parecía un poco molesto.

"¿Qué te pasa, Lucas?" - preguntó Lila, al notar su expresión.

"Nadie quiere jugar conmigo, siempre eligen a Valentina para ser la capitana en los juegos de equipo" - respondió Lucas, con una sombra de tristeza.

Sofía, que había estado escuchando, se acercó y le dijo: "Podemos jugar todos juntos, ¿no?" - sugiriendo una idea donde se incluiría a todos. Sin embargo, Valentina interrumpió.

"Ay, Sofía, pero yo ya tengo mi equipo y todos están con ganas de jugar conmigo. Lucas puede ser el reemplazo" - dijo con desdén.

La respuesta de Valentina hizo que Lucas se sintiera aún más herido, mientras Lila se quedaba callada pensando en cómo podía ayudar a su amigo. Fue entonces cuando tuvo una idea brillante.

"¿Y si hacemos una competencia de equipos donde todos seamos capitantes? Tendremos dos equipos, y cada uno estará formado por los que elijamos junto con otros que quieran unirse. Así, todos podemos jugar juntos" - propuso Lila.

Sofía y Lucas miraron a su amiga con admiración.

"¡Esa es una idea genial!" - dijo Lucas, recuperando la sonrisa. "Podemos invitar a más chicos del barrio y hacer un gran juego."

Valentina entrecerró los ojos, pero no pudo resistirse a la alegría de la propuesta, así que aceptó. "Está bien, pero yo seré la capitana de mi equipo", - dijo, intentando mantener su actitud firme.

Y así, los cuatro comenzaron a organizar el juego. Con cada niño que se unía, el jardín se llenaba de risas, colores y emoción. El día de la competencia, todo el mundo estaba a la expectativa.

"¡Ya no importa quién es el capitán! La idea es divertirnos juntos" - dijo Sofía, mientras todos se alineaban para escuchar las reglas.

Al finalizar el juego, todos estaban exhaustos, pero felices. Lila sonrió a sus amigas y dijo: "Vieron, ¡jugar en equipo es mucho más divertido! Al final, todos hemos ganado."

Lucas, que había participado activamente, sonrió de oreja a oreja. "Y lo mejor es que no me sentí excluido en ningún momento. Me gusta sentirme parte de algo especial. ¡Gracias, Lila!"

Valentina, por su parte, se dio cuenta de algo importante. "Yo sólo pensaba en ganar, pero no en la diversión que se siente al jugar con todos. ¡Me encantó compartir hoy!"

Desde ese día, en el jardín de Arcoíris, no solo jugaron al fútbol y a otras cosas, sino que aprendieron a valorar la amistad, el respeto y la inclusión. Y así, el jardín se convirtió en el símbolo de la unión del pueblo, donde cada niño se sintió importante y parte de algo hermoso.

Los días pasaron, y cada vez que alguien se sintió excluido, o que había algún tipo de conflicto, Lila, Sofía, Valentina y Lucas siempre recordaban lo que habían aprendido juntos: la verdadera amistad se basa en el respeto.

Y así, el Jardín de la Amistad floreció, destacando no solo por sus colores y fragancias, sino por ser el lugar donde todos podían ser escuchados y valorados.

FIN.

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