El Jardín de la Amistad
En una pequeña ciudad disfrutaba de su paz un colegio llamado "El Jardín de la Amistad". Allí, los niños y las niñas jugaban y aprendían juntos. En este jardín lleno de risas, había un niño llamado Julián, que era muy diferente a sus compañeros. A Julián le encantaba dibujar flores en sus cuadernos y hablar con los animales del patio. Sin embargo, había algo que lo preocupaba. Algunos de sus compañeros se reían de él por ser diferente.
Un día, mientras Julián estaba dibujando en un rincón del patio, se acercaron dos chicos, Lucas y Matías.
"Mirá a Julián, el artista raro" - dijo Lucas, riendo.
"Sí, ¿quién habla con animales? Debe estar loco" - agregó Matías.
Julián, un poco triste, guardó sus dibujos y decidió alejarse. En ese instante, apareció Sofía, una niña que siempre había sido amable.
"Chicos, ¿por qué se ríen de Julián?" - preguntó Sofía.
"Porque es raro y dibuja flores" - respondió Lucas, aún burlándose.
Sofía frunció el ceño y se acercó a Julián.
"No te preocupes, Julián. A mí me gusta lo que haces" - le dijo con una sonrisa.
Julián sonrió tímidamente, pero Lucas y Matías se rieron aún más.
Un día, la maestra Ana anunció que había un concurso de arte en el colegio.
"¡El tema es la naturaleza!" - dijo con entusiasmo.
Julián se emocionó, tenía muchas ideas. Pero al día siguiente, Lucas y Matías decidieron arruinarle el día.
"¿Quién va a votar por un dibujo de flores?" - dijo Lucas.
"Sí, a nadie le importa lo que dibuja un raro como vos" - agregó Matías, que se rió nuevamente.
Julián se sintió muy triste. Sin embargo, ese mismo día, Sofía le acercó una hoja en blanco y una caja de colores.
"Dibuja lo que quieras, Julián. Es tu oportunidad de brillar" - le dijo con confianza.
Con la ayuda de Sofía, Julián decidió crear un mural gigante en el patio del colegio, retratando hermosas flores y animales del lugar. A medida que trabajaban, Sofía convocó a otros niños.
"¡Vengan, vamos a ayudar a Julián! Su mural será increíble" - invitó a todos.
Poco a poco, el resto de los niños se sumaron.
"¡Qué lindo lo que están haciendo!" - comentó Ana, la maestra.
"Es un trabajo en equipo, ¡todos somos parte del Jardín de la Amistad!" - agregó Sofía.
Transcurrieron los días y el mural comenzó a tomar forma, con colores vibrantes y muchos detalles. Todos los niños participaron y se divirtieron realizando la obra. El día del concurso, el mural de Julián brillaba más que nunca y, para sorpresa de Lucas y Matías, fue el favorito de la maestra Ana.
"¡Felicitaciones, Julián! Tu trabajo es impresionante" - exclamó la maestra, mientras todos aplaudían y vitoreaban.
"No sólo es una obra de arte, también refleja un gran trabajo en equipo y respeto" - reconoció.
Lucas y Matías sintieron vergüenza y se acercaron a Julián.
"Lo sentimos, Julián. No deberíamos haberte tratado así" - dijo Lucas, mientras se sonrojaba.
"Sí, fue muy grosero de nuestra parte. Nos gustaría ayudarte a hacer más dibujos" - añadió Matías timidamente.
Julián miró a sus compañeros y, en lugar de enojarse, sonrió.
"Está bien, todas las flores son bienvenidas en mi jardín" - contestó con amabilidad.
Desde ese día, Julián y sus nuevos amigos comenzaron a crear juntas flores de papel y a pintar más murales en el jardín. El colegio se volvió más colorido y alegre, y todos aprendieron que la inclusión, el respeto y la tolerancia eran tan importantes como cada uno de los colores del arcoíris.
FIN.