El Jardín de la Amistad



Érase una vez un niño llamado Ángel que vivía en un pequeño pueblo lleno de flores. Ángel era un niño alegre y creativo que adoraba pasar horas dibujando hermosos paisajes y pintando cuadros con colores vibrantes. Sin embargo, había una niña en su clase llamada Ema que, a menudo, lo insultaba y lo hacía sentir mal. Ema era muy popular y a veces no se daba cuenta de cómo sus palabras lastimaban a los demás.

Un día, la maestra de Ángel y Ema, la señora Gómez, anunció un concurso de arte escolar.

"¡El ganador tendrá la oportunidad de exhibir su obra en la galería del pueblo!" - anunció con entusiasmo.

Ángel estaba emocionado, ya que el arte era su pasión. Pero Ema no parecía muy feliz.

"¿Por qué te entusiasmas tanto, Ángel? Nunca ganarás. Tu arte es aburrido" - dijo Ema, riéndose con sus amigas.

A pesar de sus comentarios, Ángel decidió seguir adelante con su obra. Comenzó a trabajar en un cuadro que representaba un jardín de flores mágicas donde todos podían ser amigos. Pasó días y noches pintando con dedicación.

El día del concurso llegó y todos los niños presentaron sus obras. Ángel mostró su pintura con orgullo, mientras Ema, en un arrebato de inseguridad, decidió crear una obra deslumbrante. Sin embargo, en su búsqueda por ser la mejor, optó por copiar el estilo de un famoso pintor, olvidando su propia originalidad.

Al final del evento, la señora Gómez anunció al ganador.

"Y el premio va para... ¡Ángel! Por su originalidad y su visión creativa sobre la amistad y la inclusión".

Todos aplaudieron, pero Ema no se sintió feliz. Se dio cuenta de que había subestimado a Ángel y que había perdido su propia autenticidad en el proceso.

"No puedo creerlo... Tu pintura es hermosa, Ángel" - le dijo con sinceridad, mientras las lágrimas le caían por la mejilla.

Ángel, al ver a Ema triste, se acercó a ella, caminando con cautela.

"Gracias, Ema. Pero no necesitas ser cruel para ser buena en algo. Tu arte puede ser increíble si haces lo que amas".

Ema sintió que algo en su corazón se iluminaba. Desde ese día, decidió cambiar su actitud y comenzó a hablarle a Ángel. Juntos, empezaron a compartir ideas sobre el arte y la amistad. Ema aprendió que ser amable no solo hacía felices a los demás, sino que también la hacía sentir bien consigo misma.

Poco a poco, el jardín de flores que Ángel había pintado en su obra se convirtió en un símbolo de su nueva amistad. Ema incluso le pidió ayuda a Ángel para hacer una obra conjunta que representara su viaje de superación.

El arte de Ema floreció nuevamente, y Ángel estaba feliz de ver cómo su amiga se convertía en una mejor persona.

"Podemos ser un gran equipo, ¿no creés?" - le dijo Ángel con una sonrisa amplia.

"Sí, Ángel. Gracias por mostrarme que ser amable también es una forma maravillosa de ser creativo" - respondió Ema con una sonrisa genuina.

Así, Ángel y Ema aprendieron que la amistad y la creatividad son las mejores maravillas que se pueden compartir, y que todos pueden tener un jardín hermoso en su corazón si eligen cultivar amor y comprensión en lugar de rivalidad.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!