El Jardín de la Amistad



En un hermoso jardín de infantes llamado "El Arcoíris", había un nene llamado Lucas. Lucas era un chico muy especial: le encantaba dibujar y contar historias. Sin embargo, algunos de sus compañeros no eran tan amables. Lo molestaban por su forma de ser. Cada día, Lucas se sentía más triste.

Un día, Lucas estaba sentado en la esquina del patio, dibujando unos héroes en su cuaderno, cuando se acercó su maestra, la señorita Valeria. Ella tenía una sonrisa cálida y ojos brillantes que iluminaban su rostro.

- “¿Qué haces, Lucas? ” - le preguntó.

- “Dibujos... pero a nadie le interesan” - respondió él, en voz baja mirando el suelo.

La señorita Valeria se agachó a su altura y miró los dibujos.

- “¡Son maravillosos! ¿Te parece si hacemos una exposición? Podríamos mostrarle a todos lo que saben hacer y lo que sienten” - sugirió.

Lucas levantó la vista, sorprendido.

- “¿A ellos les gustaría ver mis dibujos? ”

- “¡Claro que sí! Todos tenemos algo especial que mostrar. Tengo una idea: hagamos un mural en el patio donde todos puedan participar.”

Esa idea hizo brillar los ojos de Lucas.

- “¿De verdad? ” - preguntó emocionado.

La señorita Valeria asintió y juntos comenzaron a planear el mural. Esa tarde, la señorita reunió a toda la clase.

- “Chicos, hoy vamos a hacer algo muy especial. Vamos a crear un mural que represente a cada uno de nosotros. Cada uno podrá dibujar algo que le guste o que lo represente.”

Los niños miraban intrigados. Algunos, como Tomás y Mateo, que solían molestar a Lucas, intercambiaron miradas.

- “¿Y Lucas va a participar? ” - preguntó Tomás burlón.

- “¡Por supuesto! Lucas tiene unos dibujos increíbles.” - respondió la señorita Valeria con firmeza.

Los niños comenzaron a trabajar en el mural. Lucas, aunque un poco nervioso por las miradas, empezó a dibujar cosas que le gustaban: sus héroes, juegos en el parque, y su perrito, Pichón. Poco a poco, algunos de sus compañeros se acercaron, y viendo lo que hacía, comenzaron a elogiar sus dibujos.

- “¡Wow, Lucas! ¡Sos un gran dibujante! ” - dijo Sofía, una nena del grupo.

Lucas sonrió por primera vez en semanas.

- “Gracias, Sofía. ¿Y vos qué vas a dibujar? ”

- “Yo voy a dibujar una estrella, porque quiero ser astronauta” - contestó.

Con el paso de los días, el mural comenzó a tomar forma. Todos estaban tan emocionados que los chicos que antes hacían bullying a Lucas incluso se ofrecieron a ayudarle a pintar su parte del mural.

- “Perdón, Lucas. Te queremos en el grupo” - dijo Mateo, un poco nervioso.

Lucas, sorprendido, sintió que su corazón se llenaba de alegría.

- “Está bien, me gustaría que participen” - respondió con una sonrisa.

Finalmente, llegó el gran día de la exposición. Todos los padres y compañeros estaban ahí, mirando el mural que reflejaba la creatividad de cada uno.

- “¡Miren, el mural de Lucas!

FIN.

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