El Jardín de la Amistad



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Clara. Clara era una niña curiosa y alegre, pero había un problema: no tenía amigos. Pasaba sus días mirando a otros niños jugar en el parque, mientras ella se sentía triste y sola, deseando ser parte de esas risas.

Un día, Clara se sentó en un rincón del parque, con lágrimas en los ojos, cuando de repente vio a un niño que parecía estar en su misma situación. El niño, que se llamaba Lucas, estaba sentado en un banco, dibujando figuras en su cuaderno. Clara, intrigada, se acercó un poco más.

"Hola, ¿qué dibujas?" - preguntó tímidamente Clara.

Lucas levantó la vista y sonrió. "Dibujo animales. ¿Te gustaría verlos?"

Clara sintió una chispa de esperanza. "¡Sí, por favor!" - respondió con entusiasmo.

Lucas le mostró sus dibujos de un gato volador, un perro que hacía malabares y hasta un pez que podía bailar. Clara se echó a reír.

"Son increíbles, ¡tienes mucho talento!" - exclamó Clara.

"Gracias. A veces me siento solo también, pero los dibujos me ayudan a divertirme", dijo Lucas con una pequeña sonrisa triste.

Ambos se sentaron juntos a compartir risas y cuentos de sus personajes favoritos. De repente, Lucas tuvo una idea genial. "¡Podríamos crear un club de amigos!" - propuso entusiasmado.

Clara frunció el ceño. "¿Un club de amigos? Pero... ¿y si no vienen más niños?"

Lucas, sin perder la esperanza, respondió. "No lo sabemos. Pero si hacemos algo divertido, tal vez se unan. Vamos a invitar a más chicos y chicas a jugar con nosotros."

Clara pensó por un momento y luego asintió. "Está bien, ¡me encanta la idea!"

Los dos comenzaron a planear un gran día de diversión. Hicieron carteles coloridos y decidieron organizar diferentes actividades: una búsqueda del tesoro, una carrera de sacos, e incluso un concurso de dibujos. La emoción llenó el aire mientras invitaban a todos los que se cruzaban en su camino.

El día del evento, Clara y Lucas llegaron al parque muy tempranito, llenos de nervios y emoción. Con el sol brillando y el viento suave, la gente comenzó a llegar. Niños y niñas de todas partes se unieron, curiosos por lo que Clara y Lucas habían planificado.

"¿Qué tal, amigos? Bienvenidos al Gran Club de Amigos!" - anunció Lucas, haciendo que todos aplaudieran.

"Y hoy, ¡tenemos muchas cosas divertidas para hacer!" - continuó Clara, con una gran sonrisa.

Los niños se divirtieron mucho. La búsqueda del tesoro fue un éxito rotundo, y cada uno compartió risas, juegos y, por supuesto, bocadillos. Al final del día, Clara y Lucas estaban rodeados de nuevos amigos.

"¡Mirá todo lo que logramos!" - exclamó Clara, con los ojos llenos de alegría.

"Sí, y gracias a que nos arriesgamos a hablar y compartir, ahora tenemos un montón de amigos" - contestó Lucas, sonriendo.

Esa experiencia cambió la vida de Clara. Ya no sentía tristeza al ver a otros jugar, porque ella misma había encontrado su lugar. Junto a Lucas, había creado un espacio de amistad donde todos podían ser bienvenidos, y poco a poco, la niña que solía estar sola se convirtió en una líder entre sus compañeros.

Desde ese día, Clara aprendió la importancia de abrirse a los demás y cómo cada pequeño gesto de amistad puede transformar la realidad de alguien. Y así, el Jardín de la Amistad se volvió un lugar especial donde muchos corazones se unieron.

Y así, Clara y Lucas, junto a sus nuevos amigos, vivieron muchos momentos felices juntos, recordando siempre que a veces, simplemente necesitamos dar el primer paso para que las cosas bellas sucedan.

FIN.

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