El Jardín de la Amistad



En un colorido vecindario, había un hermoso jardín que pertenecía a un anciano llamado Don Antonio. Aquel jardín era famoso entre los niños del lugar, ya que siempre estaba lleno de flores de todos los colores y, a veces, Don Antonio dejaba que los chicos jugaran entre ellas. Sin embargo, había una regla muy importante: "El jardín debe ser cuidada con amor y respeto".

Un día, dos amigos muy cercanos, Sofía y Lucas, decidieron ir al jardín a jugar. Sofía era muy cariñosa y siempre se preocupaba por cuidar las flores, mientras que Lucas, aunque era un buen chico, a veces olvidaba la importancia de ser cuidadoso.

"¡Mirá, Sofía! ¡Esa flor se ve perfecta para hacer un ramo!" - exclamó Lucas, acercándose a una flor brillante y colorida.

"¡Ay, Lucas! No debes arrancar las flores. Don Antonio se enojaría y además, las flores son felices donde están" - le respondió Sofía con dulzura.

"Pero si sólo es una" - dijo Lucas, ignorando la advertencia de su amiga, y tiró de la flor.

En ese momento, una mariposa hermosa voló sobre ellos y se posó en el lugar donde Lucas había arrancado la flor. La mariposa se veía triste y comenzó a decir:

"¡Hola, amigos! Yo soy Luna, la mariposa del jardín. Cada vez que se arranca una flor, me siento triste porque pierdo un hogar. Las flores son seres vivos que necesitan amor y respeto."

Sofía miró a Lucas, y él se sintió avergonzado.

"Perdón Luna, no sabía que era tan importante" - dijo Lucas con la cabeza gacha.

"Está bien. Podés aprender. Si cuidás el jardín y a sus flores, ¡encontrarás mucha felicidad!" - respondió Luna y volvió a volar.

Sofía, viendo que Lucas estaba triste por lo sucedido, decidió invitarlo a hacer algo bonito juntos.

"¿Qué te parece si plantamos unas semillas? Así podremos ver crecer nuevas flores. Además, así enmendamos el error."

Lucas se iluminó.

"¡Es una genial idea! ¡Así también aprenderé a cuidar las plantas!" - dijo entusiasmado.

Los dos amigos comenzaron a trabajar juntos en el jardín. Con cuidado, cavaron la tierra y sembraron las semillas, regándolas con amor. Don Antonio, al ver su esfuerzo, se acercó sonriendo.

"¡Qué hermoso está quedando su trabajo, chicos!" - dijo el anciano.

"Gracias, Don Antonio. Aprendimos que cuidar el jardín es importante, y que se necesita amor y respeto" - respondió Sofía.

"Así es, pequeños. Cuando cuidamos de otros, nos cuidamos a nosotros mismos. Además, las flores tendrán un hogar feliz."

Pasaron los días y las semillas comenzaron a germinar, brotando pequeños brotes verdes que pronto florecieron en hermosas flores. Cuando las plantas crecieron, la mariposa Luna regresó.

"¡Miren qué hermoso está su jardín ahora! ¡Gracias por cuidar de mis amigas las flores!" - exclamó Luna, llena de alegría.

Sofía y Lucas se dieron cuenta que trabajando juntos y respetando la naturaleza, podían crear algo hermoso.

"Amor y respeto son la clave para que todo crezca y sea feliz" - dijo Lucas, sonriendo mientras miraba su jardín.

Desde ese día, Lucas aprendió a cuidar el jardín con amor y a respetar a todas las criaturas que vivían en él. Y juntos, Sofía y Lucas hicieron una promesa: siempre cuidarían del jardín de Don Antonio y lo mantendrían lleno de alegría.

Y así, el jardín se convirtió en un lugar aún más especial, no solo por su belleza, sino por la amistad y el respeto que había entre sus cuidadores. Y, por supuesto, la mariposa Luna siempre estaba allí, danzando entre las flores, recordando a todos la importancia del amor y el respeto.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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