El Jardín de la Amistad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Arcoiris, un jardín mágico donde todos los colores del arcoíris florecían juntos. Los habitantes del pueblo, representados por distintos tipos de flores, habían aprendido que para que su jardín fuera hermoso, todos debían ser tratados con equidad y respeto.
Un día, las flores comenzaron a notar que había algunas que siempre recibían más sol y agua que otras. Las rosas se sentían muy especiales por ser tan bellas y pensaban que merecían lo mejor.
"¡Miren cuán hermosas somos! ¡Nosotros debemos ser las que siempre tengamos más sol!" - dijeron las rosas.
Las margaritas, que eran un poco más pequeñas y simples, escucharon esto y se sintieron tristes.
"Pero también queremos crecer y ser felices como ustedes, rosas. ¡Necesitamos que nos den las mismas oportunidades!" - respondieron.
Las rosas se miraron entre sí, pero estaban demasiado ocupadas disfrutando de su privilegio. El resto de las flores, como las violetas y los girasoles, empezaron a hablar sobre cómo la equidad podía hacer que el jardín fuera aún más hermoso.
"Si compartimos el sol y el agua, todas podremos brillar en nuestro máximo esplendor", sugirió un girasol que siempre seguía la dirección del sol.
Las otras flores asintieron. Sin embargo, no fue tan fácil convencer a las rosas, que estaban acostumbradas a ser las más favorecidas. El girasol decidió hacer una propuesta.
"Hagamos un día especial, un "Día de Equidad", donde todos las flores, grandes y pequeñas, reciban la misma cantidad de agua y sol. Así podremos ver lo hermoso que es el jardín cuando todos están felices."
Las rosas, al principio, dudaron.
"Pero... ¿y si eso significa que nos dejaremos de ver como las más especiales?" - preguntó una rosa inquieta.
"No se trata de ser más o menos especial, se trata de ser felices en conjunto. Si todas brillamos, el jardín será el más hermoso de todos", explicó el girasol.
Entonces, decidieron probarlo. El día del evento llegó y todas las flores de Arcoiris se unieron para ayudar con la tarea. Las rosas se sintieron un poco nerviosas al principio, pero cuando vieron la alegría de las demás flores, empezaron a sentirse diferentes.
Cada flor tuvo la oportunidad de absorber el sol y el agua por igual. A medida que pasaba el día, el jardín empezó a llenarse de colores y sonrisas. Las margaritas, realmente florecieron como nunca antes, y las violetas compartieron su fragancia a todo el jardín.
"¡Miren! ¡Estamos todas hermosas!" - gritaron emocionadas las margaritas.
Las rosas se miraron y se dieron cuenta de que estaban felices al ver a sus amigos brillar.
"Tal vez hay belleza en la diversidad y la equidad. Podemos ser todas especiales a nuestra manera", dijo una rosa, sorprendida por su propio descubrimiento.
El día terminó con una gran celebración, donde todas las flores se unieron para bailar y cantar. Desde entonces, el Jardín de la Amistad se convirtió en un lugar donde todos aprendieron que la equidad no sólo hace que todos sean felices, sino también que el jardín sea más lindo y vibrante.
Y así, las flores vivieron felices por siempre, cultivando su jardín de respeto y amistad, un verdadero símbolo de equidad.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.