El Jardín de la Amistad



En un pequeño y colorido vecindario de Buenos Aires, había un grupo de amigos muy especiales: Tomás, Lucía, Mateo y Ana. Ellos eran inseparables y pasaban sus días explorando el parque, jugando a la pelota y organizando teatros de marionetas en la plaza. Sin embargo, había un secreto que cada uno guardaba en su corazón: nunca habían experimentado el verdadero valor del amor y la importancia de cuidarse mutuamente.

Un día, mientras jugaban en el parque, decidieron hacer un club llamado 'Los Super Amigos', donde cada uno debía realizar una buena acción por los demás. La idea era sencilla, pero el verdadero desafío vino cuando se dieron cuenta de que ser un Super Amigo significaba enfrentar sus propias debilidades.

"Voy a llevarle una botella de agua a Ana, que siempre se olvida de hidratarse en los días de calor", dijo Mateo, entusiasmado.

"¡Genial! Y yo le haré una nota de agradecimiento a Lucía por ser siempre tan buena amiga, ¡hace tanto que no le digo cuánto la aprecio!", respondió Tomás, mientras se sonrojaba.

"Yo invitaré a todos a mi casa el sábado para hacer una merienda. ¡Así podremos compartir y disfrutar juntos!", añadió Ana con una sonrisa.

Mientras planeaban, ocurrió algo inesperado. Lucía vio que algunos niños en el parque estaban molestando a un perro callejero. Al acercarse, se dio cuenta de que el perrito estaba asustado y solo. Ella no dudó en actuar.

"¡Chicos! Miren a ese perrito. ¡Pobrecito!", exclamó Lucía.

"No podemos dejarlo así, deberíamos ayudarlo", respondió Mateo.

"Sí, pero ¿cómo?", preguntó Ana.

Decidieron intentar calmar al perrito y, después de mucho esfuerzo, lograron ganarse su confianza. Nombraron al perro 'Rayo' y decidieron llevarlo a casa de Ana para alimentarlo y cuidarlo.

El entusiasmo por Rayo hizo que olvidaran temporalmente sus planes de ser buenos amigos. Pero, pronto se dieron cuenta de que habían dejado de lado a sus familias al enfocar toda su atención en el perrito.

"Chicos, hemos olvidado que nuestras familias también son importantes. No les hemos avisado a nuestros padres que estamos aquí con Rayo", señaló Lucía, sintiéndose un poco culpable.

"Tenés razón, Lucía. Ahora mismo le cuento a mi mamá sobre Rayo", dijo Tomás y salió corriendo.

Mateo y Ana se quedaron cuidando a Rayo, y se dieron cuenta de lo importante que era compartir su amor y atención no solo con un animal, sino también con su familia. Cuando Tomás volvió, sus amigos habían tenido una charla sobre como el amor y la amistad no solo significan compartir momentos divertidos, sino también cuidar de los otros y de uno mismo.

Al día siguiente, decidieron hacer una merienda, invitar a sus familias y presentarles a Rayo. La merienda fue un éxito, y todos se divirtieron compartiendo historias, risas y buenos momentos. Los padres explicaron a cada uno de los niños que el amor puede mostrarse en muchas formas, y que a veces se necesita un poco de esfuerzo y dedicación para mantener esas relaciones.”

"Chicos, ¿saben qué?", dijo Ana, haciendo una pausa dramática.

- “¿Qué?", preguntaron todos juntos.

- “¡El amor se siente y se demuestra! No solo con los amigos, sino con la familia, los animales y hasta con desconocidos. ¡Debemos practicarlo todos los días!", concluyó.

Así, el grupo de amigos se convirtió en un verdadero club de superhéroes, siempre cuidándose mutuamente y recordando que el valor del amor nace del pequeño acto de atención que forman grandes lazos de amistad. Y, además, Rayo fue adoptado por Ana, quien lo cuidará con todo su amor.

Desde ese día, 'Los Super Amigos' se comprometieron a realizar una buena acción cada semana, y así, el valor del amor floreció en su pequeño vecindario. Juntos aprendieron que, aunque a veces olvidemos dar una mano, siempre hay oportunidad para empezar de nuevo y mantener el amor vivo, porque eso es lo que convierte sus vidas en un hermoso jardín de amistad.

FIN.

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