El jardín de la belleza interior


-Abuelo, ¿dónde está tu barba? -preguntó Ambar mientras tocaba la cara suave de su abuelo. -Oh, chicas, no tengo más barba. La afeité ayer por la noche -respondió el abuelo Héctor con una sonrisa.

-¿Por qué lo hiciste? -preguntó Mía con curiosidad. El abuelo se sentó en su sillón favorito y les pidió que se sentaran a su alrededor. -Chicas, saben que me encanta tener mi barba larga y tupida.

Me hace sentir fuerte y sabio -comenzó el abuelo-. Pero ayer me di cuenta de algo importante: mi barba no define quién soy. Soy mucho más que mi apariencia física. Quiero que ustedes también entiendan esto. Las niñas lo miraron atentamente mientras él continuaba hablando.

-No importa si tenemos el pelo largo o corto, si somos altos o bajos, delgados o gorditos. Lo importante es cómo nos tratamos unos a otros y cómo ayudamos a los demás.

Eso es lo que realmente importa en la vida. Las niñas asintieron en acuerdo mientras pensaban en las palabras del abuelo Héctor. -Además -continuó el abuelo-, quiero enseñarles algo nuevo hoy. Hoy vamos a plantar un jardín juntos.

Verán cómo podemos cuidar algo pequeño y verlo crecer hasta ser grande y hermoso. Las niñas estaban emocionadas por esta nueva aventura con su abuelo y rápidamente comenzaron a ayudarlo a preparar la tierra para sembrar las semillas.

Con el tiempo, las semillas crecieron y se convirtieron en hermosas flores y plantas. Las niñas estaban orgullosas de lo que habían logrado juntas con su abuelo.

A medida que cuidaban del jardín, recordaban las palabras sabias de su abuelo Héctor: "No importa si tenemos barba o no, lo importante es cómo tratamos a los demás y cómo ayudamos a hacer crecer cosas buenas en nuestras vidas".

Desde ese día, Ambar y Mía aprendieron una lección valiosa sobre la importancia de mirar más allá de la apariencia física y centrarse en lo que realmente importa: ser amables, respetuosos y cuidadosos con los demás mientras hacemos crecer cosas buenas en nuestras vidas.

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