El jardín de la bondad



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo. Mateo era conocido por ser muy travieso y siempre meterse en problemas.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, vio a la señora Ana, una anciana que vivía sola en una pequeña casa al final de la calle. La señora Ana siempre había sido amable con todos en el pueblo, pero últimamente se le veía triste y cansada.

Mateo se acercó a ella y le preguntó:- ¿Está bien, señora Ana? Se la ve preocupada. La señora Ana suspiró y le contó a Mateo que tenía problemas para arreglar su jardín ya que no podía hacerlo sola y necesitaba ayuda.

Mateo sintió algo especial en su corazón y decidió ofrecerle su ayuda. - No se preocupe, señora Ana. Yo puedo ayudarla a arreglar su jardín -dijo Mateo con una sonrisa.

La señora Ana se sorprendió por la generosidad de Mateo y aceptó encantada su ayuda. Durante varios días, Mateo trabajó duro junto a la señora Ana para arreglar su jardín. Plantaron flores, limpiaron el patio y repararon lo que estaba roto.

Poco a poco, la sonrisa volvió al rostro de la señora Ana gracias al cariño y dedicación de Mateo. El pueblo entero comenzó a notar el cambio en ella y todos se alegraban al verla feliz de nuevo.

Una tarde, mientras descansaban bajo un árbol después de tanto trabajo, la señora Ana miró a los ojos brillantes de Mateo y le dijo:- Gracias por haberme ayudado cuando más lo necesitaba. Has demostrado tener un corazón bondadoso y generoso.

Estoy segura de que Dios espera algo muy bueno de ti. Mateo sonrió emocionado al escuchar esas palabras. Nunca antes había sentido tanta felicidad como en ese momento.

Se dio cuenta de que ayudar a los demás no solo traía alegría a sus vidas, sino también cumplía con un propósito mayor. Desde entonces, Mateo continuó ayudando a quienes lo necesitaban en Villa Esperanza.

Aprendió que cada acto de bondad por pequeño que sea puede marcar la diferencia en la vida de alguien más. Y así fue como Mateo descubrió que cuando haces el bien sin esperar nada a cambio estás cumpliendo con lo que Dios espera de ti: ser una buena persona dispuesta a ayudar al prójimo sin importar las circunstancias.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!