El jardín de la bondad



Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una niña llamada Mila. Mila era una niña curiosa y creativa, a la que le encantaba pasar horas explorando el bosque cercano a su casa.

Un día, mientras jugaba entre los árboles, descubrió un sendero secreto que la llevó a un jardín mágico escondido en lo más profundo del bosque.

Al entrar al jardín, Mila se quedó maravillada por la belleza de las flores y plantas que allí crecían. Cada flor parecía brillar con luz propia y el aire estaba lleno de fragancias dulces y envolventes.

En el centro del jardín, había un árbol majestuoso con hojas de colores iridiscentes que bailaban al ritmo de una melodía desconocida. Mila se acercó al árbol y escuchó una voz suave que parecía susurrarle al oído: "Bienvenida, Mila. Este es tu jardín interior, un lugar donde tus sueños pueden cobrar vida".

La niña no podía creer lo que estaba escuchando, pero decidió seguir las indicaciones de la voz misteriosa. Día tras día, Mila visitaba su jardín interior y descubría nuevas maravillas en él.

Aprendió a cuidar de las plantas con cariño y dedicación, a regarlas con agua pura y a cantarles canciones para alegrar sus corazones vegetales. Con cada cuidado amoroso que les brindaba, las plantas respondían creciendo más fuertes y hermosas.

Un día, mientras paseaba por el jardín interior, Mila encontró una planta marchita y triste en un rincón olvidado. Sin dudarlo, se acercó a ella y le preguntó qué le pasaba. La planta respondió con voz débil: "Nadie ha venido a visitarme en mucho tiempo. Me siento sola y abandonada".

Mila sintió compasión por la planta marchita e inmediatamente comenzó a cuidarla con esmero. Le hablaba todos los días palabras de ánimo y le dedicaba tiempo y atención especial.

Poco a poco, la planta empezó a recuperarse gracias al amor desinteresado de Mila. "Gracias por salvarme", dijo la planta con gratitud. "No tienes por qué darlas -respondió Mila-. En este jardín todos somos importantes y merecen ser cuidados".

La planta sonrió radiante bajo los rayos del sol rejuvenecedor del jardín interior. Con el paso del tiempo, el jardín interior de Mila se convirtió en un lugar próspero lleno de vida y color.

Las flores danzaban alrededor del árbol central mientras las plantas crecían exuberantes bajo el cuidado amoroso de la niña. Un día, cuando el sol poniente teñía el cielo de tonos dorados y rosados, Mila escuchó nuevamente la voz suave del árbol central: "Has demostrado tener un corazón puro y generoso, querida Mila.

Tu bondad ha traído alegría no solo a este jardín sino también a tu propio corazón". Mila sonrió feliz sabiendo que había encontrado un tesoro invaluable dentro de sí misma: la capacidad de amar incondicionalmente a todos los seres vivos.

Desde ese día en adelante, Mila siguió visitando sujardín interior, donde aprendióqueel verdaderoamorsiempreflorece.

Y así fue como la historia del jardín interiorde Mila se convirtió en leyenda en todo el vallecircundante, inspirando a grandes y chicoscon su mensaje atemporal: ama sin límites, y verás cómo todo florecealrededor tuyo, como lo hizo para ella, la pequeña gran jardinera del corazón puro, llamada Mila. Fin

FIN.

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