El jardín de la creación



Hace mucho tiempo, en un jardín maravilloso, Dios creó a Adán y Eva. Los dos eran tan curiosos como traviesos, y les encantaba explorar cada rincón de su hogar. -¡Mira, Adán! -exclamó Eva una mañana mientras recorrían el jardín-.

¡Estas flores son tan hermosas! -¡Sí, son increíbles! -respondió Adán con entusiasmo-. Y los árboles dan frutos deliciosos. Dios observaba desde lo alto con una sonrisa.

Estaba feliz de ver a sus creaciones disfrutar de todo lo que había hecho para ellos. En el tercer día de la creación, Adán y Eva descubrieron un arroyo cristalino que serpenteba por el jardín. Se miraron emocionados y decidieron seguirlo para ver a dónde los llevaba.

-¡Qué frescura tiene este agua! -exclamó Eva al sumergir sus pies en el arroyo. -¡Es genial! Podríamos construir una pequeña balsa y navegar por aquí -propuso Adán con entusiasmo.

Así pasaron toda la tarde explorando el arroyo y divirtiéndose como nunca antes lo habían hecho. Dios los veía reír y jugar, sintiendo alegría en su corazón por haberlos creado. En el quinto día de la creación, algo extraordinario sucedió: aparecieron aves de todos colores volando sobre el jardín.

Adán y Eva quedaron maravillados al verlas danzar en el cielo azul. -¡Son tan hermosas! -susurró Eva mientras una bandada de pájaros pasaba rozando sus cabezas. -Sí, parecen pintadas por un artista muy talentoso -respondió Adán admirado.

Dios se acercó a ellos y les explicó cómo cuidar a las aves y apreciar su belleza. Les enseñó a construir comederos para que siempre tuvieran comida cerca y les recordó lo importante que era proteger a todas las criaturas del jardín.

El séptimo día de la creación llegó con un sol radiante iluminando cada rincón del jardín. Era un día especial, lleno de paz y tranquilidad. Dios llamó a Adán y Eva para compartir con ellos algo importante.

-Hijos míos -comenzó Dios con voz serena-, han pasado siete días desde que creé este hermoso lugar para ustedes. Quiero que lo cuiden, lo amen y vivan en armonía con todo lo que he creado aquí.

Adán asintió solemnemente mientras Eva abrazaba a Dios con gratitud en su corazón. Prometieron cuidar del jardín como si fuera un tesoro invaluable, respetando cada ser vivo que habitaba allí.

Y así comenzó la historia de Adán y Eva en su hogar perfecto creado por amor infinito donde aprenderían lecciones importantes sobre responsabilidad, amistad y respeto hacia toda forma de vida en la Tierra.

FIN.

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