El jardín de la diversidad


Había una vez un oso polar llamado Freddy que vivía en el Polo Norte. Todos los demás osos polares disfrutaban del frío y jugaban felices entre la nieve, pero Freddy era diferente.

A él no le gustaba el frío, se sentía incómodo y siempre tenía frío. Un día, mientras los otros osos polares se divertían en una emocionante carrera de trineos, Freddy se quedó en su cueva mirando por la ventana con tristeza.

Se sentía solo y excluido de todas las actividades divertidas que sus amigos disfrutaban. Un pequeño pingüino llamado Pepe notó la tristeza de Freddy y decidió acercarse a él. "Hola, Freddy ¿por qué estás tan triste?" preguntó Pepe con curiosidad.

"¡Hola Pepe! Estoy triste porque no me gusta el frío como a los demás osos polares. Me siento fuera de lugar", respondió Freddy con voz apagada.

Pepe pensó durante un momento y luego dijo: "Freddy, todos somos diferentes y eso es lo que nos hace especiales. No tienes por qué ser igual a los demás para ser feliz. Tal vez haya algo más que te haga sentir bien".

Freddy reflexionó sobre las palabras de Pepe y decidió explorar más allá del Polo Norte en busca de algo que pudiera hacerle sentir mejor. Recorrió montañas cubiertas de nieve hasta llegar al bosque encantado donde encontró animales exóticos como tigres rayados y elefantes grises gigantes.

Pero ninguno de ellos parecía hacerle sentir cómodo. Después viajó hasta las cálidas playas del Caribe, donde se encontró con delfines saltarines y tortugas marinas. Sin embargo, tampoco se sentía a gusto allí.

Freddy estaba desanimado y a punto de rendirse cuando vio una montaña alta y misteriosa en la distancia. Decidió escalarla en busca de respuestas. Al llegar a la cima, Freddy quedó asombrado al ver un hermoso jardín lleno de flores coloridas y árboles frondosos.

El clima era perfecto para él: ni demasiado caliente ni demasiado frío. Se sentía como en casa. Una abeja llamada Anita se acercó a Freddy y le preguntó: "¿Eres nuevo por aquí? No te había visto antes". "Sí, soy Freddy el oso polar.

Estaba buscando un lugar donde me sintiera cómodo", respondió Freddy con alegría. "Bueno, has encontrado el lugar perfecto. Este es el Jardín Mágico, donde todos los animales diferentes pueden ser ellos mismos sin importar cómo sean", explicó Anita sonriendo.

Freddy descubrió que no tenía que ser igual a los demás para ser feliz. En el Jardín Mágico hizo nuevos amigos como Lola la jirafa bailarina y Max el mono travieso.

Juntos pasaban los días jugando y riendo sin preocuparse por las diferencias. Desde aquel día, Freddy aprendió que cada uno tiene su propio lugar especial en el mundo y que lo más importante es ser fiel a uno mismo.

Y así fue como el oso polar llamado Freddy encontró su felicidad en un lugar inesperado, demostrando que no importa cómo seas, siempre hay un lugar donde puedes ser tú mismo y encontrar la alegría.

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