El Jardín de la Diversidad



Había una vez un hermoso jardín en un pequeño pueblo. En este jardín crecían flores de todos los colores: rojas, azules, amarillas y moradas. Pero también había una flor muy especial, una flor diferente llamada Lila. Lila era de un color único, un púrpura brillante que la hacía lucir especial entre todas las otras flores.

Un día, las flores se despertaron y comenzaron a hablar.

"¡Hola, Lila! ¡Sos tan diferente!" - dijo la flor roja, deslumbrante bajo el sol.

"Sí, lo sé. Por eso me gusta ser así" - respondió Lila con una sonrisa.

Las otras flores a veces se sentían un poco inseguras porque Lila no se parecía a ellas. Así que, un día, decidieron organizar un concurso para ver quién era la flor más hermosa del jardín.

"¡Vamos a ver quién es la más linda!" - exclamó la flor amarilla.

Todos estaban muy emocionados, excepto Lila, que se sintió un poco triste porque sabía que no se veía como las demás. Pero decidió participar de todos modos. Así que se preparó con su mejor perfume y comenzó a mostrar sus pétalos brillantes.

El día del concurso, todas las flores se alinearon para ser admiradas por el Jardinero.

"Yo soy la más roja y brillante!" - presumió la flor roja.

"Y yo soy la más amarilla y alegre!" - respondió la flor amarilla.

Pero Lila, suave y tranquila, solo observaba en silencio.

El Jardinero llegó y comenzó a admirar cada flor. Cuando llegó el turno de Lila, se sintió un poco nerviosa.

"Soy diferente, pero espero que te guste mi color" - le dijo tímidamente.

El Jardinero sonrió y dijo:

"Lila, tu color es único, es lo que te hace especial. En este jardín, cada uno de ustedes tiene algo que aportar. La diversidad es hermosa. Sin ti, todo sería un poco aburrido."

Las flores comenzaron a darse cuenta de la verdad en sus palabras. No solo de colores diferentes, sino también de formas, tamaños y fragancias.

"Es cierto - dijo la flor azuly - Si todas fuéramos igual, el jardín no tendría magia."

Entonces, Lila se sintió más feliz. No necesitaba ser igual a las demás; su diferencia la hacía especial.

Al final del día, el Jardinero decidió que no había una sola flor que pudiera ganar. En su corazón, ¡todas eran ganadoras por ser diferentes y únicas!"¡Hagamos una fiesta para celebrar nuestras diferencias!" - gritó Lila.

Y así hicieron, todas las flores comenzaron a bailar y reír. Lila se sintió comprendida y aceptada. Se dieron cuenta de que ser diferente era algo maravilloso.

Desde ese día, el jardín nunca dejó de florecer, porque cada flor, con sus particularidades, ayudaba a que el jardín brille con todo su esplendor. Y Lila aprendió que su diferencia no solo era hermosa, sino también importante.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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