El Jardín de la Esperanza



Fabricio era un niño muy valiente y aventurero. Vivía en una ciudad rodeada de edificios altos y calles ruidosas, pero un día todo cambió.

Un virus misterioso se esparció por el mundo y transformó a las personas en monstruos sedientos de sangre. La ciudad se convirtió en un lugar peligroso, lleno de criaturas salvajes que atacaban a cualquier ser humano que encontraran.

Fabricio tuvo que huir con su familia hacia las afueras de la ciudad, donde encontraron un refugio seguro en una casa abandonada. Sin embargo, pronto descubrieron que no estaban solos allí. Un grupo de palomas había encontrado también ese lugar y comenzaron a robarles la comida.

"Mamá, estas palomas son muy molestas", dijo Fabricio mientras intentaba espantarlas con sus brazos. "No podemos darnos el lujo de desperdiciar la comida", respondió su madre preocupada. Entonces, Fabricio decidió enfrentarse a las palomas para poder conseguir alimento para su familia.

Pero ellas eran astutas y lo evitaban siempre que podían. Un día, mientras perseguía una paloma por los techos cercanos, Fabricio cayó dentro de una vieja fábrica abandonada.

Allí adentro encontró algo increíble: un jardín secreto lleno de vegetales frescos y frutas maduras. "¡Esto es genial! ¡Podremos comer bien ahora!", exclamó emocionado Fabricio mientras llenaba su mochila con todos los alimentos que pudo encontrar. Pero cuando intentó salir del lugar se dio cuenta que estaba cerrado desde afuera.

Fabricio comenzó a sentirse muy asustado, estaba atrapado allí dentro sin saber cómo salir. "¡Mamá! ¡Papá! ¡Ayuda!", gritaba desesperado mientras golpeaba las paredes. Sin embargo, nadie lo escuchaba.

Fabricio se sentía solo y abandonado, pero luego recordó algo importante que su abuelo siempre le decía: "Nunca te rindas, siempre hay una solución". Fabricio buscó entre los escombros de la fábrica y encontró algunas herramientas oxidadas que podrían ayudarlo a abrir una ventana.

Con mucho esfuerzo logró romper el vidrio y escapar del lugar. Cuando regresó al refugio con los alimentos frescos, su familia no podía creer lo que veían. Todos estaban muy felices de tener algo diferente para comer después de tanto tiempo comiendo palomas.

"Eres un héroe, hijo", dijo su madre mientras lo abrazaba emocionada. Desde ese día en adelante, Fabricio aprendió que nunca debía rendirse ante las dificultades y siempre buscar soluciones creativas para resolver los problemas.

Además, descubrió que había muchos lugares secretos en la ciudad donde podía encontrar comida fresca si se tomaba el tiempo para buscarlos. Así fue como Fabricio se convirtió en un verdadero sobreviviente del apocalipsis y enseñó a otros niños cómo hacerlo también.

FIN.

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