El Jardín de la Felicidad
En un hermoso bosque vivía una ardilla llamada Amor. Era conocida por ser una ardilla muy alegre, siempre saltando de un árbol a otro, recolectando nueces y compartiendo su alegría con todos los habitantes del bosque.
Un día, mientras recolectaba nueces, se topó con un pequeño renacuajo llamado Renacuajo. Él se sentía un poco triste porque, a pesar de su gran deseo de cantar, no podía hacerlo como los demás animales del bosque.
"Hola, Renacuajo, ¿por qué estás tan triste?" - le preguntó Amor.
"Porque no tengo una hermosa voz como la de las aves, y a veces pienso que nunca podré hacer música, aunque amo cantar..." - respondió Renacuajo, mirando al suelo.
Amor, llena de empatía, decidió ayudar a su nuevo amigo.
"Pero Renacuajo, ¡hay muchas formas de hacer música! Ven, vamos a encontrar a Gloria, la tortuga, ella tiene un gran conocimiento sobre sonidos del bosque."
Renacuajo, intrigado, siguió a Amor. Cuando llegaron a la casa de Gloria, una tortuga sabia que conocía todos los secretos del bosque, Amor explicó la situación.
"Hola, Gloria. Renacuajo quiere cantar, pero no se siente bien con su voz. ¿Puedes ayudarnos?"
Gloria, sonriendo, movió su cabeza lentamente.
"Claro que sí, Amor. Renacuajo, la música viene de muchas partes. No solo de la voz, también de tus sentimientos. ¿Qué te inspira?"
Renacuajo pensó un momento y luego respondió:
"Me inspiran los días soleados, las lluvias que hacen brillar el río y sobre todo, ver cómo todos los animales se divierten juntos."
Gloria sonrió y continuó:
"Entonces, puedes hacer música con tu corazón. Eres un renacuajo, lo tuyo es crear sonidos con el agua y la naturaleza. ¿Por qué no lo intentamos juntos?"
Amor y Gloria decidieron ayudar a Renacuajo a crear su propia melodía. Juntos fueron al río, donde Renacuajo podía saltar entre las hojas, hacer burbujas y crear ruidos con el salto.
"Escucha el murmullo del agua, voilà, tu música nace de ahí. Puedes acompañarlo con tus saltos. ¡Intenta!" - exclamó Amor, emocionada.
Así fue como Renacuajo comenzó a saltar y a jugar con el agua, creando melodías que nunca había imaginado.
"¡Mirá, Renacuajo! Estás creando música con tu alegría!" - gritó Amor.
A medida que passaba el día, más animales se acercaron a escuchar.
"¿Quién está haciendo esa música tan hermosa?" - preguntó un grupo de pajaritos.
Renacuajo, tímido al principio, se animó por el entusiasmo del público y continuó, sintiéndose libre y feliz. Todos bailaban y aplaudían al ritmo de su música especial.
En medio del baile, una ardilla mayor, que era la abuela de Amor, se acercó.
"¡Esto es maravilloso! ¡Renacuajo, no necesitas una voz perfecta, tu música es un canto del corazón!"
Renacuajo, lleno de felicidad, se dio cuenta de que había encontrado su forma especial de cantar. Desde ese día, todos los días juntos, hacían música en el bosque.
"Gracias, Amor y Gloria, hoy he descubierto que la felicidad no está en ser perfectos, sino en ser auténticos y disfrutar lo que hacemos juntos." - dijo Renacuajo con una gran sonrisa.
Amor saltó emocionada, y dijo:
- “¡Así es, cada uno de nosotros tiene algo único por ofrecer!"
Y así, el bosque se llenó de risas, música y un fuerte sentido de comunidad, donde todos aprendieron que la verdadera felicidad nace de compartir talentos y aceptar las diferencias.
Aquel día, Renacuajo no solo encontró su voz, sino un nuevo sentido de alegría en su interior, que llevó consigo por siempre.
FIN.