El jardín de la mente



Había una vez una pequeña niña llamada Sofía que vivía en un hermoso pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos.

Sofía era muy alegre, siempre tenía una sonrisa en su rostro y le encantaba jugar con sus amigos en el parque. Sin embargo, había algo que la preocupaba mucho: la ansiedad. A veces se sentía muy nerviosa sin saber por qué, su corazón latía muy rápido y se ponía a temblar.

Esto le impedía disfrutar de las cosas que más le gustaban. Un día, mientras caminaba por el bosque cerca de su casa, encontró a un viejo árbol majestuoso y sabio.

Decidió acercarse para pedirle consejo:- Hola árbol sabio, soy Sofía y tengo miedo porque siento mucha ansiedad ¿Puedes ayudarme? El árbol le respondió con una voz profunda pero amable:- Claro que sí querida Sofía. La ansiedad es como una nube gris que oculta el sol brillante dentro de ti.

Pero no te preocupes, puedes aprender a disipar esa nube para dejar salir tu luz interior. Sofía se sorprendió al escuchar esto pero estaba dispuesta a aprender lo que fuera necesario para superar su problema. - ¿Cómo puedo hacer eso? -preguntó con curiosidad.

El árbol sabio le explicó que la mente humana es como un jardín donde crecen muchas flores diferentes: algunas son bellas y fragantes, mientras que otras son feas y espinosas.

La clave está en elegir cuáles flores quieres cultivar en tu jardín mental. - Cuando sientas la ansiedad acercándose -dijo el árbol- imagina que eres una jardinera y tu mente es un jardín. Elige las flores más hermosas y plántalas en tu jardín mental.

Pueden ser pensamientos alegres, recuerdos felices o cosas que te gustaría hacer en el futuro. Sofía entendió muy bien lo que el árbol sabio le estaba diciendo y decidió ponerlo en práctica.

Cada vez que se sentía ansiosa, cerraba los ojos e imaginaba su jardín mental lleno de flores brillantes y coloridas. Pronto descubrió que esto la hacía sentir mucho mejor. Un día, mientras jugaba con sus amigos en el parque, Sofía sintió cómo la ansiedad empezaba a asomarse de nuevo.

Pero esta vez no se dejó vencer por ella: cerró los ojos y se imaginó plantando las flores más bonitas de su mente. Cuando abrió los ojos, se dio cuenta de que ya no sentía miedo ni nerviosismo.

Desde ese día, Sofía aprendió a controlar su ansiedad gracias al árbol sabio del bosque. Ahora podía disfrutar de todas las cosas maravillosas que le ofrecía la vida sin preocuparse tanto por el futuro incierto.

Y así termina esta historia inspiradora para todos aquellos niños (y adultos) que lidian con la ansiedad: siempre hay una manera de superar nuestros miedos si aprendemos a cultivar las flores correctas en nuestro jardín mental.

FIN.

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