El Jardín de la Primavera



Una vez en un pequeño y tranquilo pueblo llamado Florabunda, la primavera llegaba cada año como un mágico abrazo. Nubes de colores, flores que sonreían y árboles que se llenaban de vida como si fueran grandes actores de un escenario. En este mágico lugar vivía Lola, una niña de 8 años, que siempre había amado la primavera más que cualquier otra estación.

Un día, mientras paseaba por el parque, Lola vio a su amigo Mateo, quien parecía muy triste.

"¿Qué te pasa, Mateo?" - preguntó Lola, preocupada.

"Es que no me gusta la primavera" - contestó Mateo con un suspiro. "Las flores son bonitas, pero todo ese polen me hace estornudar. Prefiero el invierno, cuando todo está tranquilo y frío".

Lola no podía entender por qué su amigo no disfrutaba de la estación más linda del año. Ella decidió ayudarlo.

"¡Ven, Mateo!" - dijo entusiasmada. "Te mostraré lo maravillosa que puede ser la primavera".

Mateo dudó, pero decidió acompañarla. Juntos caminaron hacia el jardín de Don Otavio, el jardinero más famoso del pueblo. Al llegar, se encontraron con un espectáculo deslumbrante: un arco iris de flores danzantes que llenaban el aire de fragancias.

"Mirá, esto es como un cuadro vivo" - exclamó Lola. "¿No es hermoso?"

"Sí, pero..." - comenzó Mateo, aún sintiéndose incómodo por el polen.

Entonces, Don Otavio se acercó.

"¡Hola, chicos! ¿Qué opinan de mi jardín?" - preguntó, con una gran sonrisa. "La primavera trae colores y alegrías, ¿verdad?"

"Es muy bello, pero a Mateo le hace estornudar" - comentó Lola.

Don Otavio pensó un momento. "Mateo, tal vez podrías disfrutar de la primavera de otra manera. ¡La primavera no solo se siente, también se escucha y se toca! ¿Quieres escuchar la melodía de las abejas y las aves?"

Intrigado, Mateo dijo: "Claro, me gustaría escuchar eso".

Don Otavio llevó a los chicos hacia un banco cerca de una fuente.

"Cierra los ojos y escucha" - sugirió.

Los chicos se sentaron y, cerrando los ojos, comenzaron a escuchar. Las abejas zumbaban, las aves trinaron, y el sonido del agua era como una suave canción. Mateo sonrió, sintiendo la magia a su alrededor sin preocuparse por el polen.

"¡Esto es hermoso!" - exclamó. "No me había dado cuenta de cuánto puede ofrecer la primavera".

"¡Y aún hay más!" - dijo Lola. "Vení, te enseñaré a jugar a un nuevo juego de primavera".

Así, comenzaron a jugar al escondite entre las flores. Mateo se olvidó de sus estornudos y se divirtió como nunca. A medida que reían y corrían, se dio cuenta de que la primavera no solo era bonita, sino que también estaba llena de aventuras.

Después de un rato, mientras se sentaban a descansar, Mateo sonrió y dijo:

"Lola, creo que me he equivocado. La primavera es realmente espectacular. Tal vez el polen no sea tan malo después de todo" - señaló, con los ojos brillando.

Desde entonces, Mateo no solo aceptó la primavera, sino que se convirtió en un gran amigo de las flores, las abejas y todas las maravillas que ofrecía. Juntos, Lola y Mateo exploraron el mundo de la primavera, convirtiendo cada día en una nueva aventura.

Así, en el pequeño pueblo de Florabunda, la primavera se volvió una celebración de amistad, colores y sonrisas, recordando a todos que a veces, lo que parece un problema puede convertirse en la clave para descubrir lo maravilloso que es el mundo que nos rodea.

FIN.

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