El jardín de la sabiduría


Había una vez en un hermoso jardín, donde todo tipo de plantas y árboles crecían felices bajo el sol brillante.

En este lugar mágico vivían dos amigos inseparables: Tomás, un conejito curioso y aventurero, y Lola, una mariquita muy simpática. Un día, mientras Tomás saltaba entre las flores y Lola revoloteaba alegremente a su alrededor, escucharon un susurro proveniente de un árbol muy alto. Era el viejo Roble Sabio que les llamaba con ternura.

Intrigados, los amigos se acercaron al árbol centenario. "¡Hola pequeños amigos! Veo que disfrutan de mi hogar", dijo el Roble Sabio con voz profunda. Tomás y Lola asintieron emocionados por hablar con alguien tan sabio como el anciano árbol.

"¿Qué les parece si les cuento la historia de este jardín encantado?" propuso el Roble Sabio. Los ojos de los amigos brillaron ante la idea de escuchar una historia tan especial.

El Roble comenzó a relatar cómo en aquel jardín cada planta tenía un propósito único: las rosas enseñaban sobre la belleza interior, los girasoles mostraban la importancia de seguir la luz incluso en días nublados, y los sauces recordaban lo vital que es ser flexible en tiempos difíciles.

Tomás y Lola estaban fascinados por cada palabra del Roble Sabio. Pero justo cuando pensaban que la historia había terminado, se escuchó un estruendo proveniente del bosque cercano. Todos se pusieron alerta ante ese sonido desconocido.

"¡Tenemos que ir a ver qué está pasando!" exclamó Tomás valientemente. Sin dudarlo ni un segundo más, los tres emprendieron camino hacia el origen del ruido misterioso. Al llegar al bosque vieron a un zorrito atrapado entre ramas caídas.

Estaba asustado y no podía liberarse por sí solo. Tomás miró al zorro con ternura mientras pensaba en cómo ayudarlo. Entonces recordó las palabras del Roble Sabio sobre la importancia de ser flexible como los sauces.

Con mucho cuidado empezó a mover las ramas para liberar al animalito sin lastimarlo. Finalmente, el zorrito pudo salir ileso gracias a la astucia y bondad de Tomás. El animalito le dio las gracias con una sonrisa tímida antes de correr hacia su madriguera.

"¡Eres increíble, amigo Tomás! Has demostrado ser valiente y compasivo", elogió Lola emocionada por lo sucedido.

El Roble Sabio asintió orgulloso ante la valentía del pequeño conejito:"En este jardín encantado siempre habrá desafíos por superar, pero si siguen aprendiendo de las plantas y árboles que les rodean encontrarán fuerza en su interior para enfrentar cualquier adversidad.

"Y así concluyó aquel día lleno de enseñanzas en el maravilloso jardín donde cada criatura era parte importante de un ciclo natural lleno de amor y sabiduría.

Dirección del Cuentito copiada!