El Jardín de la Unión



En un pequeño pueblo llamado Alegría, había una familia que vivía en una casa rodeada de un hermoso jardín. En esa casa vivían la mamá, el papá y sus dos hijos: Lucas y Sofía. Siempre se ayudaban entre ellos y compartían momentos de felicidad.

Un día, mientras Lucas y Sofía jugaban en el jardín, notaron que las flores que solían ser de colores vibrantes se estaban marchitando.

"¿Qué le pasa a nuestras flores?" - preguntó Sofía preocupada.

"No lo sé... Pero debemos averiguarlo y ayudarles" - respondió Lucas.

Ambos decidieron que era momento de investigar. Salieron de su casa y se adentraron en el bosque que estaba al lado de su jardín. En el camino, se encontraron con una anciana que estaba sentada en una roca, pareciendo triste.

"Buenos días, señora. ¿Está bien?" - preguntó Sofía con curiosidad.

"Buenos días, pequeños. Estoy triste porque mi jardín también se marchitó, y no sé qué hacer" - dijo la anciana con un susurro.

"Nosotros también tenemos un problema con nuestro jardín. Tal vez podríamos ayudarnos mutuamente" - sugirió Lucas.

La anciana sonrió, como si una chispa de esperanza hubiera nacido en su corazón.

"Eso suena maravilloso. Si trabajamos juntos, tal vez podamos encontrar una solución" - respondió.

Así, los niños y la anciana se sentaron a planear cómo ayudar a sus jardines. Hablaron sobre lo que las plantas necesitan: agua, sol, amor y cuidado.

"¡Necesitamos unirnos para cuidar nuestras flores!" - exclamó Sofía.

Al finalizar la tarde, los niños se despidieron de la anciana y regresaron a casa, llenos de ideas sobre cómo revitalizar su jardín. Desde ese día, cada mañana, Lucas y Sofía dedicarían tiempo a cuidar de las flores, regarlas y hablarles.

Un día, mientras cuidaban el jardín, notaron que algo extraño estaba sucediendo. Una sombra oscura se estaba acercando.

"¿Quién está ahí?" - gritó Lucas, sintiéndose temeroso.

A medida que la sombra se acercaba, pudieron ver que era un zorro. El zorro lucía desaliñado y asustado.

"No tengan miedo. No voy a hacerles daño. Solo tengo hambre y me perdí" - dijo el zorro con voz temblorosa.

Sofía miró a Lucas y, recordando lo que habían aprendido sobre el respeto y la protección, decidió actuar.

"Podemos compartir algo de nuestra comida con él. Todos merecemos ayuda en momentos difíciles" - propuso Sofía, con una sonrisa.

Lucas asintió y fueron a la cocina, donde prepararon un poco de comida. Al regresar, le ofrecieron el alimento al zorro.

"Gracias, pequeños. No esperaba encontrar bondad en un lugar así" - dijo el zorro sorprendida y agradecido.

A partir de ese día, el zorro se convirtió en su amigo. Juntos, Lucas, Sofía y el zorro trabajaron en el jardín y, poco a poco, las flores comenzaron a florecer nuevamente. La familia también se unió en esta tarea, y todos trabajaban juntos, disfrutando de esos momentos de armonía.

Un día, la anciana apareció de nuevo.

"¡Miren lo hermoso que está su jardín!" - exclamó, maravillada.

"Decidimos ayudarnos entre todos. Y ahora no solo nuestras flores están bien, sino que también hemos hecho un nuevo amigo" - respondió Lucas señalando al zorro.

La anciana sonrió.

"Eso es lo más importante. La unión y el respeto son las raíces más fuertes para cualquier familia y comunidad".

Desde entonces, todos en el pueblo se dieron cuenta de que, trabajando juntos, podían lograr muchas cosas. La familia de Lucas y Sofía continuó buscando maneras de ayudar y cuidar no solo de su jardín, sino también de los demás y de la naturaleza. Sus corazones estaban llenos de amor y gratitud, y nunca olvidaron la lección más valiosa: la importancia de la familia, la unión y el respeto.

Y así, el jardín de la unión floreció, llenando a todos de alegría y esperanza, recordándoles que juntos son siempre más fuertes.

FIN.

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