El jardín de las amapolas



Había una vez en un hermoso jardín, dos amapolas llamadas Rosita y Manuel. Desde pequeñas, habían sido las mejores amigas, creciendo juntas y compartiendo momentos inolvidables. Sin embargo, con el paso del tiempo, Rosita notó que Manuel ya no le prestaba tanta atención como antes. Se sentía triste y confundida, sin entender por qué su amistad se estaba desvaneciendo. Manuel, por su parte, se había enamorado de una linda margarita llamada Martina, y poco a poco fue dejando de lado sus momentos con Rosita.

"¿Por qué ya no quieres jugar conmigo, Manuel?", preguntó Rosita con tristeza.

"Lo siento, Rosita, es que estoy pasando tiempo con Martina. Es muy divertida y me hace muy feliz", respondió Manuel con sinceridad.

Rosita se sintió aún más triste al escuchar la explicación de su amiga. Se preguntaba si algún día volverían a ser las amapolas inseparables que solían ser. Un día, decidió buscar consejo con la sabia abeja Maya, quien era conocida por su profunda sabiduría y comprensión.

"Querida Rosita, el amor y la amistad a veces cambian con el tiempo, pero eso no significa que debas sentirte menos valiosa. Acepta que las personas crecen y siguen diferentes caminos, pero eso no disminuye el amor que compartieron en el pasado", aconsejó la abeja Maya con calidez.

Rosita reflexionó sobre las palabras de la abeja Maya y decidió seguir adelante, encontrando nuevas amistades en el jardín y disfrutando cada momento con ellas. Poco a poco, el corazón de Rosita se llenó de alegría nuevamente, descubriendo que el amor y la amistad podían florecer de diferentes maneras.

Mientras tanto, Manuel se dio cuenta de que aunque disfrutaba pasar tiempo con Martina, también extrañaba la conexión especial que tenía con Rosita. Decidió acercarse a su antigua amiga y expresarle cuánto la echaba de menos.

"Rosita, siento mucho haberme alejado de ti. Me di cuenta de lo importante que eres para mí y de que nuestra amistad no debería desaparecer solo porque tengo otras amistades", confesó Manuel con sinceridad.

Rosita, con el corazón abierto, aceptó las disculpas de Manuel y juntos descubrieron que su amistad podía adaptarse a los cambios, manteniendo viva la conexión que siempre habían compartido. Desde entonces, Rosita, Manuel y Martina formaron un hermoso trío de amigos, disfrutando cada día en el jardín y aprendiendo que el amor y la amistad pueden crecer y transformarse, manteniendo siempre su valor especial.

FIN.

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