El Jardín de las Amistades



En la escuela primaria "Los Libros voladores", el ambiente era amistoso y lleno de colores, pero había un lugar que necesitaba más cariño: el patio de juegos. Un grupo de amigos, Sofía, Lucas, Valentina y Tomás, se dieron cuenta de que el patio estaba descuidado, y decidieron hacer algo al respecto.

"¿Viste cómo está el patio?" - le dijo Sofía a sus amigos mientras saltaba del columpio.

"Sí, parece que no lo cuidan hace años. Las plantas están secas y las pinturas de los juegos están borradas" - respondió Lucas, mirando a su alrededor.

"¿Y si hacemos un jardín?" - sugirió Valentina entusiasta.

"¿Un jardín?" - dijo Tomás, sorprendido. "Pero eso llevaría tiempo y trabajo…"

"¡Por eso sería genial! Podemos invitar a los demás a ayudar. Haríamos algo juntos," - animó Sofía.

Con los rostros iluminados por la idea, los amigos se pusieron manos a la obra. Al día siguiente, llevaron carteles que decían "¡Unámonos para cuidar nuestro patio!"

Los niños de otras aulas se acercaron curiosos por la iniciativa.

"¿Ustedes están locos?" - preguntó Mateo, un compañero del aula de Tomás. "¿Cómo van a hacer un jardín? Mi viejo dice que eso es solo para los adultos."

"¡Pero nosotros también podemos!" - respondió Valentina. "Imaginá lo lindo que se vería. Podríamos tener flores, un lugar para sentarnos y jugar."

"No se trata solo de plantas, se trata de que podemos mejorar nuestro lugar juntos," - añadió Lucas.

"¿Y qué hay de las herramientas?" - preguntó Mica, con curiosidad.

"Podemos pedirle al profesor de Ciencias que nos ayude. El año pasado nos enseñó sobre las plantas, tal vez tenga algunas herramientas que podamos usar," - respondió Sofía.

Entusiasmados, el grupo fue a hablar con el profesor Gómez,

"¡Señor Gómez!" - exclamaron los chicos al entrar al aula. "Queremos hacer un jardín en el patio. ¿Podemos contar con su ayuda?"

"Me parece una excelente idea, chicos. No solo aprenderán sobre plantas, sino también sobre trabajo en equipo," - dijo el profesor con una sonrisa.

Al día siguiente, se organizó una reunión con todos los niños de la escuela. Lo que comenzó como una idea de cuatro amigos, se transformó en un proyecto común. Todos estaban emocionados por la idea de trabajar juntos. Sofía presentó el plan:

"Vamos a necesitar semillas, tierra y un poco de esfuerzo, pero lo más importante es que todos pongamos de nuestra parte. ¡Cada uno puede aportar algo!"

"Yo tengo guantes de jardín en casa," - dijo Tomás. "Y mi mamá puede traer algunas semillas también."

"Yo puedo ardentear los carteles que digan qué planta es cada una," - agregó Valentina.

"Y yo puedo ayudar con la organización del día de trabajo en el patio," - concluyó Lucas.

Después de varias semanas de trabajo, regaron, sembraron y cuidaron el patio. Los niños se rieron, compartieron historias mientras trabajaban y, en el camino, forjaron nuevas amistades.

Un día, mientras todos descansaban en el nuevo jardín dignamente colorido, se sumó Mateo con su hermana.

"¿Puedo ayudar también? Me gusta mucho la idea de tener un lugar para jugar con mis amigos," - dijo con sinceridad.

"¡Por supuesto! Aquí son bienvenidos todos," - respondió Lucas invitándole con amabilidad.

Finalmente, el día de la inauguración llegó. Decoraron el jardín con cintas de colores y prepararon un pequeño refrigerio para celebrar juntos los logros.

El director los reconoció durante la ceremonia,

"Quiero felicitar a todos por el esfuerzo. Hicieron que este lugar se transformative. Este jardín no solo florecerá, pero también será un símbolo de la colaboración y la alegría. Ustedes son un ejemplo para todos," - agradeció el director, emocionado.

Con un susurro entre risas, Sofía miró a sus amigos, "¿Quién diría que un patio descuidado nos uniría así?"

"¡Es cierto! Ahora, siempre habrá lugar para más amigos y plantas,” - añadió Valentina.

"¡Y más risa!" - concluyó Lucas.

Así, el jardín prosperó y se convirtió en un espacio donde amigos nuevos y viejos se encontraban diariamente. Todos aprendieron que trabajando juntos se pueden lograr cosas maravillosas, y que cada pequeño esfuerzo cuenta. Desde aquel momento, el patio del colegio no solo floreció con bellas flores, sino también con risas, unión y nuevas amistades.

FIN.

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