El Jardín de las Amistades
En una pequeña y colorida aldea, había un jardín mágico donde vivían cuatro amigos: Amanda, el gato juguetón; Tobi, el perrito curioso; Lía, la tortuga sabia; y Roco, el pequeño loro multicolor. Este jardín tenía el poder de hacer crecer las amistades siempre que sus habitantes compartieran el amor y la aceptación entre ellos.
Un día soleado, Amanda encontró una semilla brillante en el suelo del jardín. "¡Miren lo que encontré!"- gritó emocionada, mostrando la semilla a sus amigos. Todos comenzaron a especular sobre qué planta podría crecer de ella. Lía, con su voz pausada y reflexiva, dijo: "Quizás sea un hermoso árbol que nos dé sombra para jugar y descansar"-.
Roco, moviendo sus alas, añadió: "O una planta llena de flores coloridas para alegrar el jardín"-. Tobi, con sus ojos brillantes, propuso: "¡Plantémosla y veamos qué pasa!"-. Así, los amigos se pusieron manos a la obra y, juntos, cavaron un pequeño hoyo, colocaron la semilla y la cubrieron con tierra.
Días pasaron y cada día se turnaban para regar la semilla y cantarle al sol. Pero una mañana, al despertar, los amigos se dieron cuenta de que la semilla no había crecido. "¿Por qué no crece?"- preguntó Tobi, desilusionado. Lía, con su sabiduría, les dijo: "Quizás necesita más amor y paciencia. Cada planta crece a su propio ritmo"-.
Decididos a no rendirse, los amigos comenzaron a compartir más tiempo juntos. Decidieron hacer un picnic cerca de la semilla, llenándolo de risas, juegos y mucho amor. Mientras comían, hicieron un pacto: "Prometamos siempre cuidarnos y aceptarnos, sin importar lo que pase"-. A partir de ese día, sus corazones se llenaron de alegría y amor.
Una mañana siguiente, Amanda notó algo sorprendente. "¡Miren!"- exclamó, señalando hacia el suelo. Allí, una pequeña y frágil planta asomaba su cabecita. "¡Sí! ¡Está creciendo!"- gritó Roco, revoloteando de alegría. Con cada día que pasaba, la planta crecía más fuerte y más alta, mientras ellos también se fortalecían en su amistad.
Sin embargo, un día de tormenta, un viento fuerte sopló en el jardín y la planta comenzó a tambalearse. Tobi miró preocupado: "¿Qué vamos a hacer?"- Lía, más tranquila, respondió: "Debemos protegerla. Todos juntos, con nuestras fuerzas, podemos lograrlo"-. Así, se agruparon alrededor de la planta, formando un escudo con sus cuerpos.
La tormenta pasó, y al día siguiente, el sol brilló más que nunca. Cuando miraron a su alrededor, la planta había crecido aún más, mostrándoles flores brillantes y un hermoso follaje. "Lo logramos"- dijo Roco, orgulloso. Amanda sonrió y dijo: "Esto es sólo el principio. Si seguimos juntos, nuestro jardín siempre será un lugar especial"-.
Desde ese día, el jardín fue llenándose de flores y risas, y los amigos aprendieron que la amistad, el amor, el compartir, la aceptación y el crecer juntos son lo que verdaderamente hace mágico cualquier lugar y cualquier relación. Agradecieron la semilla que les había mostrado el camino hacia un mundo lleno de colores, donde todos eran bienvenidos y donde siempre había espacio para crecer juntos.
FIN.